La Gran Recesión de 2008-2009 hizo que los bancos centrales de los países desarrollados aplicaran una política monetaria laxa, con disminuciones agresivas de tasas de interés y con la instrumentación de herramientas heterodoxas, como el relajamiento cuantitativo de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EU). Dicha sincronía de la política expansionista, sin embargo, está a punto de desaparecer.
Por un lado, hay bancos centrales que seguirán con ella por un buen tiempo. Por ejemplo, el Banco Central Europeo (BCE) disminuyó este mes su tasa de interés de referencia y advirtió que contempla la posibilidad de otras medidas de política monetaria laxa; mientras que el Banco Central de Japón continúa comprometido con medidas que estimulen la inflación en su país. Ambos no visualizan un cambio de tendencia, por lo menos, en dos o tres años.
Por otro lado, está el Banco Central de Inglaterra, que muchos consideran podría comenzar a elevar sus tasas de interés muy pronto, en respuesta al dinamismo de su economía y a la alza en los valores de las viviendas, en especial en Londres, donde los precios ya rebasan los alcanzados previo a la crisis.
En EU la situación no es tan grave como en la zona del euro o Japón, pero tampoco ha mejorado como en Inglaterra. En consecuencia, no debe extrañarnos que la orientación de su política monetaria se ubique en un punto intermedio, como parte de una menor sintonía monetaria entre las naciones desarrolladas.
En ese contexto, los mensajes del comunicado de la Fed después de la reunión de su Comité la semana pasada estuvieron, para todo fin práctico, descontados, sin sorprender a los mercados financieros, que siguieron operando de la misma forma que lo hacían antes de su difusión.
La política monetaria sigue interesada en estimular la recuperación económica estadounidense, con un retiro paulatino del "relajamiento cuantitativo", que al ritmo actual desaparecerá este año, así como mantener una tasa de interés de los fondos federales extraordinariamente baja por un tiempo prolongado.
El comunicado de prensa reiteró lo mencionado en, por lo menos, las últimas 10 reuniones, en cuanto a que "el Comité sigue esperando…que muy probablemente será apropiado mantener el intervalo objetivo actual para la tasa de los fondos federales por un tiempo considerable después de que termine el programa de compra de valores, especialmente si la inflación proyectada continúa por debajo de la meta del Comité de 2 por ciento…".
Otro aspecto relevante del comunicado de la semana pasada es que "aun después de que el empleo y la inflación estén cerca de niveles consistentes con el mandato, las condiciones económicas pueden, por un tiempo, requerir que la tasa de los fondos federales se sitúe por debajo del nivel que el Comité considera normal en el largo plazo".
Este comunicado tiene, así, un mensaje importante. Que si bien el relajamiento cuantitativo está a punto de desaparecer, el período de tasas por debajo de su nivel "normal" de largo plazo pudiera extenderse, quizá, hasta el 2017 ó 2018.
¿Cuál es ese nivel normal? La respuesta a esa pregunta fue la gran sorpresa de dicha reunión. Por años el promedio de las previsiones de los integrantes de la Fed colocó esa cifra en 4 por ciento, mientras que ahora se ubicó en 3.75 por ciento.
La fecha en que regresaría esa tasa "normal" se ha pospuesto en varias ocasiones, porque la economía estadounidense no responde como se desea. En esta ocasión sucede lo mismo. El crecimiento esperado al principio del año era del 2.9 por ciento, pero ahora las estimaciones se ubican entre 2 y 2.4 por ciento, cifra que también explica la prolongación de nuestra atonía económica.
No obstante, debe quedar claro que según pasa el tiempo, estamos más cerca del comienzo de un proceso de alza de tasas. Esto, cuando suceda, seguramente repercutiráen los mercados financieros y cambiarios, que tendrán que prepararse para un entorno en el cual las tasas de interés regresen a cifras más elevadas que las actuales.
En México es previsible que estemos viviendo los últimos meses de tasas de interés tan bajas como las vigentes. La creciente probabilidad de que en 2015 comience el alza de tasas en EU hace pensar que algo similar también tendrá que suceder en nuestro país.
Banco de México tendrá entonces que sintonizar su política monetaria con la de la Fed y no con la del BCE, si quiere evitar que el alza de las tasas en EU se traduzca en un menor flujo de capital y una salida de inversionistas que presionen las finanzas públicas, las tasas internas y la paridad del peso con el dólar.