Los mexicanos en el Distrito Federal festejaron el empate con sabor a victoria de su equipo en el Ángel. (EFE)
La Selección Mexicana de futbol sacó un importante e histórico empate en cancha de Brasil, en un duelo que concluyó 0-0, en donde ambas escuadras tuvieron oportunidades de gol.
El "Cielito Lindo" invadió las gradas del Estadio Castelao, en unas tribunas que sintieron la presencia mexicana en este empate que sabe a "gloria" para el cuadro mexicano.
Millares de pruebas de fe en su estado más puro. No importa que se juegue ante el anfitrión y máximo favorito a quedarse con la XX Copa del Mundo, que se deban desembolsar hasta 2 mil dólares por un boleto o hasta que se vea el juego a través del televisor. El inexplicable amor a ese equipo mueve corazones.
La invasión mexicana a la "fortaleza" brasileña es la mejor prueba. La sede del choque entre la Verdeamarelha y el Tri es conocida como la capital de esta nación más cercana, o menos lejana, de África. La distancia no importa. El mosaico amarillo es severamente roto por una enorme mancha compuesta por verde y rojo. Son los tonos de la fidelidad.
Como la que expresan los integrantes del mariachi Los Pampers, quienes mutan en vendedores ambulantes sobre la explanada del Estadio Castelao. Ellos no traen boletos para el encuentro y su dinero ya es poco. Lo que les sobra es imaginación.
Su característica vestimenta, aderezada con un peculiar sombrero en forma de chile atrae a brasileños y mexicanos. El resto es fácil. Portan aplaudidores tricolores y sombreros de mariachis en varios tamaños. Supervisores de la FIFA vigilan de cerca, se debe tener licencia para vender fuera de los estadios. Se las ingenian y comercializan sus productos.
Los precios oscilan entre los 10 y 60 reales (60 y 360 pesos). Los aplaudidores son lo más barato, el sombrero grande, el de mayor costo.
"Tenemos boletos para los otros dos juegos (contra Camerún y Croacia), pero no pudimos conseguir los de éste", lamenta Nicolás Meléndez, líder de la agrupación de cinco integrantes, cuyo nombre es "como el de los pañales".
"Nos vamos a poner a tocar y ojalá que al medio tiempo podamos entrar. Diremos que somos un buen espectáculo para que se pueda".
Fallan en la misión. Las puertas de cualquier estadio son severamente custodiadas en el Mundial, pero se vuelven un búnker si dentro juega la selección brasileña. A Los Pampers no les queda más que buscar un lugar para observar el encuentro.
Tampoco resulta sencillo. El Castelao se ubica en una zona no tan poblada y el cinturón de seguridad de FIFA ocupa un diámetro de 2 kilómetros. La única forma de entrar o salir es a pie.
"Lo bueno es que sí tenemos para Recife. Ese no nos lo perdemos", comparte Meléndez. "Venimos desde Guadalajara a apoyar a la Selección con nuestros gritos y música".
Es su prueba de fe, como la de otros, fue caminar por las playas del estado de Ceará con la camiseta de la Selección Mexicana. Dio lo mismo si fue la tradicional verde o la roja, que ahora sí luce en tono intenso, sobre la grama mundialista.
Nada los detiene, ni siquiera el llanto de Neymar con el himno brasileño o la pasión con la que alientan los torcedores. La afición mexicana también pone de su parte. Hay gritos, abucheos a la Canarinha cuando toca el balón y una ovación a Oribe Peralta cada que entra en acción... Hasta que Guillermo Ochoa también otorga su prueba de fe. La marabunta verde y amarilla es silenciada. La fiesta se torna verde, blanca y roja, en un enorme colorido mundialista.
Festejan el triunfo del Tricolor en el Ángel
No les importa llevar la fiesta entre semana. La escuela y labores pueden esperar un día para algunos aficionados. Tras el empate 0-0 de Brasil y México, casi un centenar de aficionados se dieron cita en las inmediaciones del Ángel de la Independencia para celebrar el punto obtenido en tierras mundialistas.
“¡México!, ¡México!”, corean con gran entusiasmo sobre Paseo de la Reforma, lugar que sufrió el recorte vial y donde los automovilistas fueron desviados por rutas alternas.
Sin embargo, el júbilo también se hizo presente en la explanada del Zócalo capitalino, donde los aficionados pudieron ver el partido en una pantalla gigante.
Entre las celebraciones, aficionados coinciden y alaban el accionar del guardameta mexicano Guillermo Ochoa, quien fue el mejor jugador del partido correspondiente al Grupo A de la justa mundialista de Brasil.