México entre reyes y 'reyecitos'

Como herencia perversa, los mexicanos tenemos la tenebrosa suerte de ser posesionaros de todo lo que nos mandan o enseñan los que nos tienen conquistados, si antes fueron los que se apoderaron del país, tanto los españoles, franceses y hasta los americanos, ahora es la clase política quien se entroniza y cuyos miembros son los 'jefes de jefes' que mandan en el territorio nacional.

“¡Muera el rey!”, “¡Viva el rey!”, pregonan en España, con la abdicación de Juan Carlos y ahora con la llegada de su hijo quien toma el cetro.

España, Inglaterra, Mónaco, Suecia, Noruega y otros países africanos aún tienen y guardan la costumbre de la monarquía, algunos en serio, los más como ornato para recordar la historia de sus países y, desde luego, otros como símbolo de glorias e inclusive sólo para ganar dinero con el turismo.

En México están como ejemplos desde el último emperador azteca hasta los virreyes y algunos duques suplantadores en la realeza ficticia que fue poco a poco desechada. La de México fue una nobleza de oropel, sostenida sólo por el sombrero de bombillo, el bastón, los zapatos de charol y un apellido más largo que la lengua de un político, y fue más el olvido que otra cosa lo que provocó su desaparición.

Sin embargo, de pronto nacieron otros 'reyecitos', hombres y mujeres que se encumbraron en la política, en los negocios que da la corrupción, en el manejo de los sindicatos, en el imperio de la fortuna de un pueblo dócil, ignorante, indolente y con la dejadez que da margen a que estos 'reyecitos' de la política sean considerados de la 'casta divina'.

México es una república inmersa en la pobreza y el analfabetismo, donde estos reyes traen 20 o más guardias personales, aviones a su disposición, ganan más que cualquier monarca europeo, asiático o africano porque sus tentáculos alcanzan todos los ramos.

Todos estos 'reyecitos' tienen subsecretarios y asesores que piensan por ellos, así como una legión encargada de los aplausos; todos dispuestos a masticar el alimento por ellos y a cada paso lamerle la suela de los zapatos.

Los tuertos son los reyes en un país de ciegos como el nuestro, con salarios de espanto. Unos son Senadores o Diputados Federales con salarios de más de 125 mil pesos al mes, es decir unos cuatro mil 500 pesos diarios.

Otros que gobiernan en los estados ganan lo doble, mientras que los secretarios de hacienda, de agricultura, de salud, de educación, etcétera, arriba de 200 mil pesillos al mes.

Ya no se diga los dueños de la democracia, los del INE (antes IFE), que se llevan 356 mil pesos al mes, es decir, más de diez mil pesos al día, que ni un doctor o un profesor ganan en un mes.

Otros monarcas son los de la llamada Corte de Justicia, que se embolsan también arriba de los 150 mil por quincena.

Los líderes no tienen quién los investigue; no pagan impuestos, no le rinden cuentas a nadie, son los eternos virreyes al servicio de quien lleve la corona -ya sea el PRI o el PAN-, ellos no tienen color, sólo intereses.

El llamado 'rey verde' de un partido con un pajarraco de pico largo, se lleva al día un millón 700 mil pesos. ¿Por que? Porque el pueblo le da al año casi 600 millones de pesos para sostener a su partido. Ya se pueden imaginar cuánto ganará el monarca del PRI, del PAN o del PRD, lo tres partidos que tienen más adeptos.

También existen otros 'reyecitos' que son dueños de monopolios; grandes empresarios con las bondades que otorga la Corte Nacional, hacen lo que les pega la gana con sus empresas.

Eso sin olvidar a los reyes viejos que por seis años usaron la corona y que son premiados por dejar en ruinas y hundir más a la nación.

Así que si usted piensa que sólo en países europeos, asiáticos o africanos hay reyes, pues está completamente equivocado, porque en este país de jodidos aún podemos mantener a decenas de reyes y uno que otro virrey.

¿Hasta cuando vamos a despertar? Si hasta en países, donde parecía imposible, ya desecharon a sus monarcas, ¿cuándo lo harán los mexicanos? Tal vez cuando los 'ratones verdes' ganen un mundial de futbol, o cuando a las gallinas les salgan dientes de leche... ¡No te acabes México!

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