No me digan del mar: Tú eres el mar.
No me hablen del cielo y de la tierra: Tú eres mi nube y mi barro.
No me hablen del fuego: Eres la lumbre.
No me cuenten del día y de la noche: En ti cuento mis noches y mis días.
No brille la luz, ni venga la oscuridad: Eres mi resplandor, y cuando tú no estás llegan las sombras.
No quiero otra mirada que la tuya, ni otra palabra que la de tus labios.
Mírame, para que yo me vea.
Háblame, para oírme.
Y déjame que muera en ti.
Sólo así viviré para siempre.
¡Hasta mañana!...