El Señor estaba muy preocupado: Adán y Eva crecían, pero no se multiplicaban.
Hizo el Señor la luna llena, pues pensó que eso ayudaría. Nada sucedió.
Al Señor le constaba que Eva hacía todo lo posible por provocar el interés de Adán. Incluso se quitó la hoja de higuera y se puso una de perejil. Pero ni así.
Por fin el Creador llamó a la mujer y le preguntó:
-Eva: ¿Qué le sucede a Adán? Tanto tú como Yo nos esforzamos, y, sin embargo, él no muestra ningún interés en eso de la multiplicación. ¿Qué está pasando?
-No sé, Señor -respondió Eva-. Quizá tendremos que esperar a que termine el Mundial de Futbol.
¡Hasta mañana!...