-¡Que viene el lobo, que viene el lobo!
Los pastores corrían a proteger sus rebaños, pero el lobo no venía: El pastor mentiroso los había engañado.
Una y otra vez se repitió lo mismo. Los pastores, cansados de las burlas del engañador, lo expulsaron de su seno.
Pasó el tiempo, y cierto día los lugareños vieron llegar a un citadino. Venía en automóvil de lujo con chofer; vestía un finísimo traje de casimir inglés; el reloj que llevaba tenía carátula de oro. Los pastores fueron a ver quién era. Cuando ya llegaban les gritó el sujeto:
-¡Que viene el lobo, que viene el lobo!
Todos quedaron estupefactos: El recién llegado era el pastor mentiroso.
-¿Cómo es posible que hayas prosperado así? -le dijeron con asombro-. ¡Eras un engañador, un mentiroso!
Respondió el antiguo pastor:
-Me metí a la política.
¡Hasta mañana!...