"Cantando la cigarra pasó el verano entero.".
La hormiga, en cambio, trabajó arduamente. Merced a su trabajo y sus ahorros vio llenos sus graneros.
Cuando llegó el invierno la cigarra no tuvo qué comer.
Según la antigua fábula, buscó a la hormiga para que la salvara de fenecer de hambre.
Pero eso es fábula antigua. Ahora la cigarra ya no necesitó a la hormiga: Hizo una manifestación, y el Gobierno, temeroso y urgido de votos, le dio lo necesario para su subsistencia. Un Estado paternalista, populista, alimentó a la cigarra, y a muchos más como ella, con los impuestos que obtuvo de la hormiga. A tal política el Gobierno la llamó "una justa distribución de la riqueza".
A la hora en que escribo esto la cigarra sigue sin trabajar, y la hormiga sigue trabajando penosamente para alimentar, tanto a la cigarra como al Gobierno.
¡Caramba, cómo extraña uno a veces las antiguas fábulas!
¡Hasta mañana!...