El Rey le preguntó a su Primer Ministro:
-¿Sí o no?
Automáticamente respondió el Ministro:
-Sí.
Al día siguiente el Rey lo llamó otra vez y le preguntó de nueva cuenta:
-¿Sí o no?
El Ministro, sin siquiera preguntar: "Sí o no ¿qué?", volvió a contestar:
-Sí.
Y todos los días: "Sí, sí, sí".
El Rey, entonces, despidió a su Primer Ministro. Razonó:
-Un hombre que siempre dice sí no sirve más que para decir siempre que sí. Y muchas veces un "no" vale más que cualquier "sí".
El Ministro oyó aquello y dijo:
-Sí.
¡Hasta mañana!...