El viajero es muy joven. Tiene apenas 20 años. Diría yo que no sabe nada de la vida de no ser porque ahora tiene casi 80 y tampoco sabe nada de la vida.
Llega a Nápoles, pues ha leído La Historia de San Michele, de Munthe, y quiere ir a Anacapri. En la Strada di Porto ve una taberna en cuya puerta hay unos versos escritos en el antiguo dialecto de los napolitanos:
"Amice, alliegre mangiamo e beviamo,
N'fin che n'ce stace l'oglio a la lucerna.
Chi sa s'a l'autro munno n'ce vediammo.
Chi sa s'a l'autro munno n'ce taberna".
Intenta el joven viajero una traducción, y escribe en su libreta:
"Amigos: comamos y bebamos alegremente
En tanto que haya aceite en nuestra lámpara.
Quién sabe si en el otro mundo nos veremos.
Quién sabe si en el otro mundo habrá taberna.
En aquel tiempo el viajero no entendió esos versos.
Ahora sí los entiende.
¡Hasta mañana!...