Los nogales se han puesto su capa dorada, la que usan en los días del otoño. Dentro de pocos días la dejarán caer con lentitud, y luego se irán a dormir el sueño lento del invierno.
Camino entre los árboles. Procuro no hacer ruido con mis pasos, pues sé que están adormilados ya. Despertarán por sí solos en la primavera, y entonces recordaré con alegría lo que ahora me entristece: sus hojas que caerán; su ramazón desnuda.
A vuelta de año -es decir a vuelta de vida- sus ramas tendrán brotes otra vez, y nuevamente se llenarán de hojas con el color de la esperanza.
Mis nogales me dicen que la vida se va, pero regresa. La hoja caída volverá a la rama. Quizás estoy aquí de vuelta. Quizá esta vida, que me parece única, es un regreso.
Se lo preguntaré al nogal. Pero eso será cuando despierte. Ahora va a dormir.
¡Hasta mañana!...