Murió un hombre, y pidió ser admitido en el Cielo.
Le preguntó San Pedro, el portero de la mansión celeste:
-¿Amaste a una mujer?
Respondió el hombre:
-No amé a ninguna. Las mujeres son una mala tentación.
-¿Disfrutaste con tus amigos las canciones y el vino?
-No tuve amigos. Jamás bebí una copa, y la música no me gustaba.
Le informó San Pedro:
-Entonces no puedes entrar aquí. Tú no estás muerto.
El hombre protestó:
-¡Claro que estoy muerto!
-No lo estás -le dijo el apóstol de las llaves-. ¿Cómo puedes estar muerto si no viviste nunca?
¡Hasta mañana!...