Detestamos al posadero que negó a los humildísimos viajeros albergue en su mesón.
Nosotros, sin embargo, incurrimos cada día en esa misma negativa.
Cuando somos mezquinos o envidiosos; cuando no damos lo que podemos dar; cuando no perdonamos pensando que nosotros no necesitaremos nunca de perdón; cuando en vez de hacer el bien hacemos la labor del mal; cuando callamos la palabra amable; cuando cerramos nuestro corazón, entonces también nosotros estamos diciendo que no tenemos lugar para los peregrinos en nuestra posada.
No digamos mal del posadero que negó asilo al amor.
Nosotros somos ese posadero.
¡Hasta mañana!...