¿Quién fue el anónimo filósofo, teólogo eminente, conocedor profundo de la naturaleza humana -y la divina- y además artesano de gran mérito que hizo esa figurilla que está en mi Nacimiento?
Representa al ermitaño en su cueva. Arriba, de pie sobre una roca, el ángel canta su "Gloria a Dios en las alturas...". Abajo una pastora de abundoso tetamen lava ropa en un pequeño arroyo de papel plateado. El ermitaño tiene un ojo puesto en el ángel y el otro en las mórbidas redondeces de la lavandera.
De barro estamos hechos los humanos, igual que el ermitaño. Vivimos con un ojo puesto en el sinuoso gato de las tentaciones terrenales y el otro en el complicado garabato de lo eterno. Por eso quiero mucho a mi ermitaño, y lo coloco en sitio destacado dentro del mínimo paisaje navideño. De ese modo pongo en mi Nacimiento un poco de autobiografía.
¡Hasta mañana!...