Me resisto a creer que Herodes haya ordenado la matanza de los Inocentes. Pienso que a lo mejor las cosas pasaron de otro modo. Imagino que el rey mandó que le llevaran a todos los niños. Llamó a su guardia de jenízaros armados con terribles cimitarras y les ordenó con voz de trueno:
-¡Mátenlos!
En seguida, sin embargo, prorrumpió en una jubilosa carcajada y les dijo a los aterrorizados muchachillos:
-¡Inocentes para siempre!
Luego les hizo una fiesta con piñatas, dulces y regalos, y todos fueron felices.
Quizá, claro, la historia sucedió como se cuenta en el sagrado libro. Sin embargo yo escucho la voz de aquél que nos pidió que fuéramos siempre como niños, y quiero ser inocente como ellos.
Inocente para siempre.
¡Hasta mañana!...