-Hoy no me beses -le decía ella a su enamorado-. Mañana es primer viernes, y voy a comulgar.
Él obedecía porque la amaba, y el amor es obediente. Pero no le gustaban los primeros viernes.
¿Dónde está ahora esa muchacha púdica? ¿Dónde está su respetuoso amante? ¿Se hallan entre las sombras de la muerte, o siguen aún entre las sombras de la vida? No lo sé. Ambos son sombras. Sombras de algún recuerdo o de un olvido. Vivieron en días que no viven ya y se fueron. Se fueron los días y se fueron ellos.
Ya nadie los recuerda.
Ya nadie tampoco los olvida.
Como el eco de un eco llegan aquellas palabras: "Hoy no me beses. Mañana es primer viernes, y voy a comulgar".
Las recoge alguien que por no tener palabras propias se dedica al inocuo oficio de recoger las que dicen los demás.
¡Hasta mañana!...