La risa es una de las más altas sabidurías de la persona humana.
El hombre que no ríe no es plenamente humano. Su vida es sombra, y con ella ensombrece la de los demás.
Nadie es tan risible como aquel que se toma a sí mismo demasiado en serio. Por eso me gustó oír esta anécdota del filósofo Plutarco.
En su lecho de agonía le pidió a un amigo:
-Tráeme un sepulturero.
El otro se asombró.
-Querrás decir un médico.
-No -contestó Plutarco-. No necesito intermediarios.
Saber reír y -sobre todo- saber reír de sí mismo es cualidad del hombre inteligente. La mujer, por su parte, no necesita demostrar sus cualidades. Ella posee todas las sabidurías, y es dueña de todas las inteligencias.
(No se rían).
¡Hasta mañana!...