Se encontraron en Sevilla al salir de la misa en catedral.
Ella le dijo:
-¿Me recuerdas?
Contestó él:
-No te recuerdo, pero nunca te he olvidado.
Le dijo ella con sonrisa triste:
-Siempre tan bueno con las palabras.
Respondió él:
-No digas eso. Di más bien: “Siempre tan bueno con los silencios”.
Ella comprendió: Los mejores recuerdos de amor son los que no se dicen. Le tendió la mano al caballero.
Don Juan la tomó y puso en ella un beso que a los dos les hizo recordar los otros besos.
¡Hasta mañana!...