Este año no será necesario clavar en los nogales un herrumbroso clavo, ni atarles al tronco un listón rojo, ni darles latigazos.
Eso se hace en el Potrero de Ábrego cuando entra la primavera y los nogales presentan poca flor. Ahora sus ramas están floridas, tanto que en ellas hay más flores que hojas. La cosecha de nuez será abundante. Habrá, como dice aquí la gente, para dar y regalar.
Salgo del huerto y voy por el camino hacia la casa. Paso junto al nogal grande. A su sombra se sentaron el tatarabuelo, el bisabuelo y el abuelo. "Tiene todos los años que ha habido", asegura don Abundio.
También floreció el viejo nogal. Se diría que recordó su juventud. Su fronda parece sonreír con una sonrisa verdecida. Cuando me alejo esa sonrisa se prende a mi chaqueta lo mismo que una flor.
¡Hasta mañana!...