He aquí una historia para reflexionar.
Un hombre compró un rancho que estaba en el más absoluto de los abandonos: Las tierras sin trabajar, la casa en ruinas, caídas las cercas y los árboles a punto de morir por falta de agua y de cuidados.
Se puso el hombre a trabajar. Más de 12 horas trabajaba cada día. Al cabo de unos meses la finca quedó convertida en un jardín. Las tierras estaban cultivadas en toda su extensión; la casa era un albergue bello y cómodo; las cercas se veían como nuevas, y los árboles mostraban ya la promesa de los frutos.
El cura del pueblo fue a visitar el rancho y felicitó al nuevo propietario. Le dijo lleno de entusiasmo:
-¡Es increíble lo que Dios y tú han hecho de este rancho!
-Gracias, padre -respondió cortésmente el individuo-. Pero ¡hubiera usted visto cómo estaba cuando Diosito lo trabajaba él solo!
Lo dije al principio: ésta es una historia para reflexionar.
¡Hasta mañana!...