En realidad Adán no iba a comer el fruto del Árbol del Bien y del Mal.
El hombre era sumiso a la voluntad de su Creador, y temeroso de Dios. Por eso no iba a comer el fruto prohibido.
Pero Eva le dijo algo en voz baja.
Entonces Adán abrió mucho los ojos y con voz anhelante preguntó:
-Que tú vas a comer la manzana, y luego voy a comer yo, y luego haremos... ¿qué?
Eva explicó detalladamente lo que iban a hacer después de comer la manzana.
Por eso Adán comió.
Y comió.
Y comió.
¡Hasta mañana!