Hu-Ssong iba en una procesión nocturna con mil hombres y mujeres.
Reinaba la oscuridad. Entre las sombras caminaban todos.
Todos, menos Hu-Ssong.
Él llevaba una vela encendida.
Hizo que sus acompañantes encendieron sus velas en la suya. De ese modo se disiparon las tinieblas, y el camino se llenó de luz.
Alguien le dijo a Hu-Ssong:
-Encendiste una vela.
Respondió él:
-No. Con mi vela encendí mil.
Y añadió luego:
-Soy maestro.
¡Hasta mañana!...