Yo leo el diccionario como se lee un libro de entretenimiento.
Encuentro en él dos palabras vecinas: "Gazofilacio" y "gazpacho".
Escasamente conocida una; muy usada la otra por gente de buen comer -vale decir por gente de buen saber y buen vivir-, ambas palabras son parientes cercanísimas.
El gazofilacio era el lugar donde se recogían las limosnas para el templo de Jerusalén. En la caja no sólo se depositaban monedas, sino también alhajas, y aun cosas de comer, como panes o frutas diversas.
A semejanza de esa diversidad de objetos, el gazpacho es una sopa fría que se hace con ingredientes muy variados: Aceite, pan, vinagre, ajo, cebolla y otras añadiduras.
El vocablo "gazpacho", pues, viene de "gazofilacio".
Y yo vengo de disfrutar un sabrosísimo gazpacho que me sacó el calor del cuerpo y me quitó la desazón del alma.
Hoy es el día de la Divina Providencia, amoroso designio por el cual lo tengo todo sin merecer nada.
A ella le doy gracias por el gazpacho, y al diccionario por su etimología.
¡Hasta mañana!...