Fotos de niños fuera de centro para que veamos la nueva sala de la casa con el pretexto del cumpleaños del pequeño, selfies dentro del coche para que veamos que es un último modelo, publicaciones de espectaculares paisajes deseándonos a todos una buena tarde y de paso enterarnos del exótico destino en el que el privilegiado autor de la imagen se encuentra…estamos en la egoteca del siglo.
Sin duda Facebook y las redes sociales nos muestran la cara mas cruda de nuestra existencia, es reflejo de quienes verdaderamente somos, desde aquel individuo que pulsa una liga para poder ver un inexistente video que le promete morbo o sexo o ambos pero cuyo verdadero propósito es publicar hasta el cansancio dicha liga en el muro de la víctima que, sin saberlo, le ha dado privilegios al sitio para que publique en su nombre y caigan mas inocentes víctimas que nos muestran, ignorándolo, parte de sus deseos, filias y fobias.
Muchos han decidido cerrar sus redes sociales, otros de plano no han aperturado las mismas y han decidido mantenerse fuera de esta egoteca de las vanidades con cierta sabiduría pero pagando un alto precio, su analfabetismo digital.
Todo el contenido que publicamos en nuestras redes sociales obedece una doble agenda, es en la mayoría de los casos el traslado de la competencia infantil y sin sentido del que mas tiene, el que mas viaja, el que mas puede, el que mas agrede, el que mas sólo está. En todos los casos es triste. En todos los casos es deprimente.
Por mi parte he decidido cuidar lo que publico y mantener en mi memoria los recuerdos mas bellos para no confiarme en que los mismos se perderán en el olvido cibernético, porque aunque todo está en ese mundo y nunca se borra pareciera que obedece a la premisa de Sir Arthur Conan Doyle cuando aseguraba y con razón que las cosas mejor escondidas están en donde todo mundo las ve.
Nada desaparece de la red pero nadie lo está buscando y si a eso le sumamos la poca memoria que los seres humanos tenemos el resultado es la ignominia verdadera, la mas pura, la mas aberrante. Si tuviéramos memoria no tendríamos el gobierno que tenemos, no cometeríamos otra vez los mismos errores. Mi padre siempre me ha dicho que el ser humano es el único animal que tropieza con la misma piedra no dos veces sino más de una vez.
Este sábado y domingo que acaban de pasar tuve en mi casa una sesión de Montenegro, fue un happening inesperado, como lo son dichas reuniones, lleno de gente a la que estimo, a la que quiero y créanme que sólo tomé una foto, misma que decidí no publicar y finalmente eliminar de mi celular para guardar el recuerdo de su presencia y de su charla intocado en mi memoria hecha de neuronas y no de therabytes.
En mi cabeza sigue sonando No. 1 Party Anthem de los Arctic Monkeys y así seguirá hasta que muera o el olvido me ataque.
Charlemos sobre los desmemoriados que suelen también ser los eternos solitarios…por elección.
@_TORRESBERNAL