Una de las cosas que más me emocionan de esta generación desgraciada a la que pertenezco es que hemos desarrollado la capacidad de la plasticidad, no sé, discúlpenme, estoy de buenas, llueve en La Laguna.
Tal vez en nuestra juventud temprana no encontramos una voz que nos definiera, ni los libros de Palahniuk, ni American Psycho, ni Los Simpsons, ni el grunge, ni Fox ni Nirvana, ni los partidos o la política, nuestro activismo fue nulo sólo queríamos el slam…
Ahora muchos de nosotros somos padres de una generación que está encontrando otra voz, la de la metamorfosis, a nuestros treinta y tantos Jamie Cullum ya no tiene twentysomething, el concepto de familia es mucho mas amplio, la conciencia es mayor y los ahora jóvenes nos han definido como chavorrukos y si, tal vez lo somos.
Aunque escuchamos a Cash cantar una rola de Reznor nos sentimos identificados con el mazacote que funciona bien, pero ya no nos deprimimos, queremos reír.
Aunque a veces no se pueda, aunque a veces duela, en este tan querido, bello, amolado y violado país que es México.
Para muchos de nosotros queda como alternativa refugiarnos en los proyectos propios, convertirnos en lobos solitarios que renuncian a la manada con la esperanza de coincidir, tal vez, en algún café con otros lobos que, como uno, tomen un café en la barra de algún bar favorito y se pongan a charlar del cine, de la última película de Lynch o de el terrible dolor que deben estar experimentando los padres de los desaparecidos de Ayotzinapa.
En México últimamente no hay finales felices, no tenemos mineros rescatados y, a decir verdad, nadie la pasa bien, ni el Presidente…
Necesitamos una pausa, una luz de esperanza, tal vez y lo digo pensando en voz alta, lo que necesitamos es el aislamiento uno por uno de todos, convertirnos en una sociedad retraída que cuide con absoluto celo su naturaleza y sus intereses para así, como decía Ayn Rand, lograr a través de la propia virtud, de la egoísta virtud la utopía de una sociedad de individuos que no busquen el bien común sin defender el bien personal conscientes del daño que nuestros actos ocasionan a nuestros objetivos y por ende a los de los demás.
El hecho es que aún tengo esperanza, Ismael Serrano habla del principio de incertidumbre de Heisenberg en una de sus rolas y es una llena de esperanza, tal vez debiéramos dejar de ver la paja en el ojo ajeno y dejar de preocuparnos por lo que pasa y tan sólo actuar, vivir de la mejor manera sin dañar a nadie y tal vez, sólo tal vez pueda ser que la utopía de un México mejor se cumpla con la suma de todas las individualidades.
México duele, pero duelen más el conformismo y la desgracia de la nómina y la modorra, para mi la revolución mas urgente es la propia, nunca descansar porque para eso, como decía mi abuela, está la muerte.
Dejemos de charlar y actuemos, tuitéame a @_TORRESBERNAL