Las redes sociales son lo que nosotros construimos. Ya sea una fiesta, un lugar común de análisis, un agradable café o un campo de batalla.
Todos estamos expuestos a recibir ataques a través de ellas, mas comúnmente en Twitter cuya naturaleza es inmediata y un tanto impersonal ya que cualquiera puede abrir una cuenta en dicha red que oculte su verdadera identidad, pero incluso para el usuario conocido el efecto previo a la publicación de algún mensaje es el de estar menos consciente de su alcance ya que lo que se publica en algunos casos es producto del enojo.
Muchas figuras públicas tienen trolls: seguidores o usuarios que dedican su tiempo a criticar y atacarlos. Como lo he dicho en anteriores entregas, se vale y se aplaude el debate, pero existe una delgada línea que separa un sano debate de las agresiones producto de algún problema emocional o incluso psicológico.
¿QUÉ HACER EN ESTOS CASOS?
Primero analicemos de quién se trata, con quién estamos hablando, quién nos está atacando. A través de una rápida revisión de su perfil y de sus seguidores podemos tomar la decisión de contestar, debatir, reportar al usuario o bloquearlo. Dichas acciones deben estar sustentadas en la consciencia de que el otro desea iniciar una interacción de algún tipo con nosotros; llamar nuestra atención.
Cuando una agresión proviene de un usuario que tiene un bajo nivel de influencia y sus seguidores son pocos o de poca influencia seguramente estamos ante la creación de un troll cuyo objetivo es atacarnos y lo que debemos hacer es reportar como spam a esta cuenta y denunciarla ante Twitter, pero lo que definitivamente no debemos hacer es contestarle o retuitearle con nuestra respuesta ya que estamos ayudándole a llegar a todos nuestros seguidores cayendo en su juego. No vale la pena, como no vale la pena enojarse. Una golondrina no hace verano.
El no hacer una pausa y respirar profundo nos puede llevar a cometer un error y ser nosotros quienes nos mostremos irascibles y fuera de control. Aunque creo que no se debe tolerar ninguna agresión también creo que muchas veces la indiferencia o la ausencia de respuesta es también una efectiva respuesta. En la música el silencio también cuenta.
Por otro lado el silencio puede ser también una agresión, debemos ser muy cuidadosos de estar al tanto de todos aquellos que interactúen con nosotros de manera amistosa y cordial manteniendo una comunicación diáfana con ellos, el no contestar una interacción en Twitter es como no contestar una llamada o un chat, recordemos que la comunicación es un proceso que se alimenta y se construye día a día y cuya salud depende del mantenimiento y atención que le brindemos, si interrumpimos este proceso el resultado no será positivo.
Si somos víctimas de un ataque de alguien a quien no vale la pena contestar entonces no lo hagamos, recordemos que siempre habrá quienes ven la vida en blancos y negros perdiéndose de los matices que brindan maravillosas oportunidades.
Charlemos de colorimetría en @_TORRESBERNAL
