Nos acostumbramos rápidamente a ventilar los escándalos políticos nacionales a través de las redes sociales. Este aletargamiento como receptores de la información nos ha hecho menospreciar el poder latente y actual de los medios de comunicación tradicionales como el periódico, la radio y la televisión.
Aunque es preciso observar que el estilo de comunicación actual tiene un distintivo en común: el morbo.
El caso del ahora removido expresidente del PRI en el Distrito Federal ventilado a través de la periodista Carmen Aristegui nos muestra de frente (y enseñando el hocico como la muerte en el Kilimanjaro de Hemingway) la cara más cruda de la política nacional. La ausencia absoluta de la equidad de género, la hipocresía en el discurso y en los hechos, y las cuotas de un partido que desgraciadamente ha sido modelo para los demás institutos políticos sólo reproducen lo que es una realidad nacional: seguimos siendo un país que no sólo tolera, sino que promueve y celebra el machismo y el ultraje a la mujer.
Los trending topics nacionales comúnmente son hashtags que atacan a la comunidad homosexual (enMéxico seguimos gritándole pu... al portero contrario).
Octavio Paz nos habló en su Laberinto de la Soledad sobre la irónica identidad del mexicano, como si la mexicanidad fuera la ausencia y la búsqueda sin éxito de una identidad nacional.
Es por eso que Facebook en México se ha convertido en una vecindad visitada por merolicos, charlatanes, ropavejeros, en donde pareciera leerse más “el libro vaquero” y el “alarma” que alguna buena novela. A través de nuestro Twitter juzgamos a priori y nos comportamos como la masa enardecida que lincho en Tláhuac a los ahora olvidados policías federales en tiempos de Fox. Nuestra catarsis digital se asemeja más a un quiebre psicótico que a un ejercicio terapéutico. Estamos llenos de rabia.
Las redes sociales digitales cambian constantemente y entremayor es su auge más pronto se convertirán en el lugar común de la sociedad, una sociedad cuyo extremo pudiente no tiene empacho en mostrar sus torpes y nimias aspiraciones como los recién graduados y futuros casanova de un conocido colegio de nuestra ciudad, el videito los muestra siendo atendidos por mayordomos, acicalados por un ejército de sirvientes, escogiendo exclusivas botellas de la cava de papi, y preparándose para una fiesta que sin su presencia sería un fracaso. Sin recato nos gritan lo afortunados que somos al tenerlos a ellos como líderes del futuro.
Cuán grande es nuestro vacío… ¡Charlemos papaw! en @_TORRESBERNAL