El primer saque de Nadal tuvo velocidad promedio de 165 kilómetros por hora, con una máxima de 184 kph. (EFE)
El tenista español Rafael Nadal dejó fuera del Abierto de Francia al último latinoamericano del cuadro principal, el argentino Leonardo Mayer, al derrotarlo por parciales de 6-2, 7-5 y 6-2 en la tercera ronda.
El número uno del mundo se impuso en dos horas y 17 minutos al pampero, quien cometió cinco dobles faltas y terminó con 26 tiros ganadores, contra 29 de su rival.
Nadal, quien terminó con siete rompimientos, por apenas dos de Mayer, accedió a octavos de final y sigue en la defensa del título parisino; enfrentará al serbio Dusan Lajovic, que venció al estadounidense Jack Sock por 6-4, 7-5 y 6-3.
Por otra parte, el ibérico David Ferrer, número cinco del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), se impuso por 6-2, 7-6 (7/2) y 6-3 al italiano Andreas Seppi; buscará el pase a cuartos de final ante el sudafricano Kevin Anderson, que dejó fuera al croata Ivo Karlovic, quien abandonó el partido en el segundo set.
Finalmente, el también español Marcel Granollers consiguió su boleto la cuarta ronda tras vencer al eslovaco Martin Klizan por 6-7 (5/7), 6-2, 7-6 (7/4) y 7-5, en un duelo reanudado tras su suspensión la víspera por falta de luz en la cacha.
VUELVEN LOS DOLORES
Nadal aseguró que ha vuelto a sentir los dolores en la espalda, mismos que tuvo en enero pasado cuando disputó y perdió la final del Abierto de Australia ante el suizo Stanislas Wawrinka.
El número uno del mundo aseguró ante los medios de comunicación en París, tras la victoria de ayer sobre el argentino Leonardo Mayer en el Abierto de Francia, que su juego se vio condicionado a sus dolores físicos.
"Siento un poco la espalda, por eso saqué hoy más despacio. Me noté la espalda un poco en el primer día, en el segundo día lo volví a notar y he sacado más despacio. Llevo dos días sacando más despacio de lo habitual".
Esta situación tuvo como consecuencia una advertencia por parte del juez de silla, el francés Pascal Maria, algo que el ibérico tuvo que "aceptar y no protestar".