Después de 13 años de libertad auto-otorgada, Joaquín "El Chapo" Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo, fue detenido en Mazatlán, Sinaloa, el pasado 22 de febrero. Después de su fuga del penal de Puente Grande, Jalisco, en 2001, sólo pasaron 13 años para lograr su reaprehensión. Guzmán Loera fue detenido por primera vez en 1993, debido a un infortunado accidente aéreo, para él, lo que permitió su detención por parte de las autoridades de Guatemala y su posterior extradición a México.
Durante su primera detención, el cártel de Sinaloa y/o la Federación, siguieron operando. El crimen está organizado y tiene estructura y mandos. Dos sexagenarios del negocio de las drogas, Juan José Esparragoza "El Azul" e Ismael "El Mayo" Zambada, aún en libertad a pesar de que ambos llevan más de tres décadas en el negocio, se hicieron cargo en ausencia de "El Chapo" y podrían seguir ahora cuidando sus intereses. Para los grandes capos estar en prisión nunca ha sido un obstáculo para seguir siendo jefes. O alguien más tomará el mando. Cualquiera de las dos hipótesis es válida y posible. Mientras existan condiciones para que las drogas y el crimen sean un buen negocio, siempre habrá quien sustituya a los que, por una u otra razón, quedan fuera de circulación.
Hace unos días escuchaba de boca de periodistas michoacanos que en el Valle de Apatzingán hasta los jornaleros del limón deben pagar cuota a "Los Templarios". De 120 pesos el jornal, 30 pesos van a "Los Templarios". En Tamaulipas, un estudio reciente estimaba que 50% de la población se vincula en forma directa o indirecta con actividades productivas de la delincuencia organizada y, en una reunión a la que asistí en la ciudad de México, se decía que 70% de los restaurantes del popular barrio La Condesa, pagan derecho de piso al crimen organizado. Más allá de las bases científicas de estos datos, tristemente todos resultan creíbles.
Durante la administración de Felipe Calderón se implementó una estrategia de seguridad que colocaba al crimen organizado como el principal responsable de la inseguridad y la violencia en México. En esa lógica, atrapar a sus capos parecía el meollo de la solución. Hubo golpes a las cabezas y, sin embargo, la situación estructural de violencia e inseguridad en el país no cambió.
El problema puede verse desde otra perspectiva. ¿Es el crimen organizado el origen de la violencia y la inseguridad en México? ¿O es la situación de laxitud, complicidad, negligencia e ineficiencia de Estado y sociedad lo que permitió al crimen organizado instalarse como modo de vida entre los mexicanos?
Una de las características del México actual es que se ha desdibujado la línea entre policías y ladrones, autoridades y delincuentes, ciudadanos limpios y ciudadanos involucrados. Sin duda es también un tema de valores, lo que empeora aún más la situación. Autoridades que entre plomo y plata, escogen plata. Amas de casa de bajos recursos que se contratan de muleras (transportistas de droga) para dar de comer a sus hijos pequeños y a su madre, pues el marido las dejó hace rato o, como apareció en un grafiti de una barda en Culiacán "mejor morir joven y rico, que viejo y jod... como mi papá". Hasta convertirnos en un país en el que las referencias al estado de derecho, aplicación de la ley o administración de justicia, suenan más a retórica que a realidad.
La captura de "El Chapo" Guzmán ha sido motivo de justificada celebración. Los éxitos siempre tienen múltiple paternidad; los fracasos son siempre huérfanos. ¿Es el crimen organizado el culpable de todos nuestros males? ¿O el castigo por haber permitido llegar a este nivel de deterioro, como Estado y como sociedad? Algo grave ha sucedido con el potencial y la energía positiva que existe entre la mayoría de los mexicanos.
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(Director de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional)