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Niños reciben abrazo interminable

AGENCIAS

Con un abrazo que parecía interminable, Ángel Rosales y su esposa se reencontraron ayer viernes en California con sus hijos Ángel, de 10 años, y Dulce, de 7, que forman parte de los miles de niños inmigrantes que viajan sin acompañantes.

El calvario de estos padres guatemaltecos terminó cuando una trabajadora social les entregó a los menores en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles luego de que habían sido detenidos en Texas cuando ingresaron ilegalmente al país a través de la frontera con México. “No sé qué decirles, estoy feliz, traigo unas emociones tan fuertes”, dijo la madre de los niños, Elba Marroquín.

La angustia de estos padres comenzó el pasado 8 de junio cuando un agente de la Patrulla Fronteriza de Texas se comunicó con ellos para decirles que los menores estaban bajo su custodia.

“Cuando estábamos en la cárcel, nos separaron”, explicó con voz entrecortada Ángel. Los niños contaron que los primeros días dormían en el suelo y que tenían un poco de frío, “la cosa con la que me arropaban no calentaba mucho”, relata Dulce, al referirse a las mantas térmicas.

Pese a que estaban incomunicados con sus padres, aseguraron que recibieron palabras de aliento por parte de los agentes. “Me decían ‘tranquilo que pronto se va a ver con su papá’, y yo le creía”, aseguró Ángel.

Las incomodidades que padecieron terminaron a finales de junio cuando ambos fueron trasladados a un albergue donde dicen que estudiaban y jugaban todo el día.

Los Rosales hacen parte de una ola de menores centroamericanos inmigrantes que han generado una “crisis humanitaria” que tiene en alerta a la Casa Blanca y el Congreso.

“No estamos haciendo esto porque queremos, sino porque la situación en Guatemala nos obligó a traernos a nuestros hijos, ellos son mi responsabilidad y por encima de todo estoy cuidando de sus vidas”, advirtió el padre de los niños.

Hace casi seis años Ángel Rosales decidió buscar un mejor futuro para sus hijos y se fue a trabajar a Rialto, en California, y unos meses después se le unió su esposa, mientras los niños se quedaron bajo el cuidado de la abuela materna.

Marroquín contó que se opuso por muchos años a traer a sus hijos de forma indocumentada a Estados Unidos.

Sin embargo, explicó que la extrema violencia y las promesas de que los menores estarían seguros si ingresaban solos por la frontera y que sólo estarían tres días bajo custodia de inmigración, la hicieron aceptar.

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Escrito en: Menores Migrantes

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