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¡No te pongas histérica!

Descubre qué puede desencadenar un ataque y cómo actuar

¡No te pongas histérica!

¡No te pongas histérica!

Primitivo González

Si una persona de pronto y sin motivo aparente, comienza a gritar, tirar cosas o jalarse los cabellos, puede tratarse de un ataque de histeria que, pese a no ser muy común, llega a presentarse en algunos casos, sobre todo en aquellas personas que son muy aprensivas.

Lizbeth Ramírez Pereyra, psicóloga de la Cruz Roja, Delegación Torreón, precisa que no es lo mismo un ataque de histeria que una crisis nerviosa.

Una crisis nerviosa suele ocurrir en eventos reales, cuando sucede una balacera cercana, o la persona participa o de casualidad presencia un accidente automovilístico, un asalto de forma violenta o incluso al recibir una mala noticia, pero un ataque de histeria es diferente, puede ser en cualquier momento, por estrés. En la antigüedad, a la histeria se le denominaba Yatera (matriz), ya que se asociaba sólo al sexo femenino, e incluso se decía que la persona estaba embrujada, pero luego se descubrió que también los varones la pueden padecer.

La histeria, explica la psicóloga, es de origen emocional (psicológico). La sufren o padecen personas que tienen algún problema emocional y lo manifiestan de manera orgánica, aunque no es una enfermedad del tipo orgánico. La padece el 1 por ciento de la población.

Como ejemplo Ramírez Pereyra menciona que una estudiante universitaria que estaba en etapa de exámenes finales, sufrió parálisis en la mitad del cuerpo cuando se encontraba en la escuela, pero sus signos vitales se encontraban normales. El problema era a nivel emocional, presentaba un ataque de histeria que de esa forma lo manifestó.

Por lo general, enfatiza la especialista, son personas aprensivas que no expresan de manera normal sus temores o emociones y tratan de obtener algún beneficio, aunque esto sucede a nivel inconsciente.

Según el Concilio de Investigación Médica, se define a la histeria como una condición en la que el paciente muestra síntomas físicos y mentales, que no tienen un origen orgánico por el cual puedan ser explicados y se originan y se mantienen por motivos no conscientes, dirigidos a una ganancia real o simbólica que deriva de tales síntomas.

En la mayoría de este tipo de casos, el trastorno comienza antes de los 30 años y tiende a ser más frecuente en las mujeres que en los hombres. Es más común en personas con síndrome del intestino irritable y dolor crónico.

Los pacientes con histeria clásica parecen experimentar dolor u otros síntomas de una manera que aumenta su nivel de dolor. El dolor y la preocupación crean un ciclo que es difícil de romper.

Las personas que tienen antecedentes de maltrato físico o abuso sexual son más propensas a padecer este trastorno, aunque no toda persona con una histeria clásica tiene una historia de abuso.

A medida que los investigadores estudian las conexiones entre el cerebro y el cuerpo, hay más evidencia de que el bienestar emocional afecta la forma en la cual las personas perciben el dolor y otros síntomas.

¿Qué hacer?

Cuando alguien ve otra persona que sufre un ataque de histeria, lo primero que debe hacerse es tranquilizarse para tratar de calmar a la persona que sufre el ataque, nunca estrujarla o darle una cachetada porque la pueden alterar más.

Si la persona con histeria no se calma, hay que llevarla al hospital más cercano para que la tranquilicen y luego, los familiares buscarle atención especializada, con el psicólogo o el psicoanalista, aunque esto, enfatiza la psicóloga, no es muy común.

El mejor tratamiento para este padecimiento, puntualiza la especialista, es el psicoanálisis para detectar el origen del problema y tratarlo.

Considera que se debe crear la salud integral de la persona. El acudir al psicólogo o psiquiatra no significa que la persona está loca, como se podría pensar. Lo recomendable es acudir con el especialista.

Toma en cuenta

Algunos de los numerosos síntomas que se pueden presentar con la histeria clásica abarcan:

 -  Dolor abdominal

 -  Amnesia

 - Dolor de espalda

 -  Distensión

 -  Dolor torácico

 -  Diarrea

 -  Dificultad para deglutir

 -  Mareos

 - Dolores de cabeza

 -  Impotencia

 -  Dolor articular

 -  Náuseas y algunas veces vómitos

 -  Dolor durante las relaciones sexuales

 -  Micción dolorosa

 -  Menstruación dolorosa

 -  Dolor en las piernas o en los brazos

 -  Palpitaciones

 -  Parálisis o debilidad muscular

 -  Apatía sexual

 -  Dificultad respiratoria

 -  Cambios en la visión

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