Llega el momento en que muchos políticos tienen que decidir cuándo ponen en la balanza de su vida la estabilidad familiar, o el mundo del dinero y las comodidades y todas esas cosas que con suma facilidad las proporciona el campo de la política en su disque lucha por tratar de cambiar al mundo. Allá por los ochentas, mi maestro impartía cátedra en tres instituciones de educación superior de aquí de La Laguna, la primera clase en el Tec Laguna iniciaba a las siete de la mañana y ahí estaba él, fresco, listo, pero sobre todo relajado para iniciar su conferencia que duraba una hora y que sinceramente apantallaba por tanta fórmula que sabía para resolver problemas de matemáticas o física; siempre que concluía su hora de clase sin el menor síntoma de apresuramiento se quedaba a platicar con sus alumnos. Se retiraba después para almorzar con don Sebas, vendedor de lonches muy sabrosos a la entrada del Tec, o unas gorditas de chicharrón prensado que eran las que más le gustaban y continuaba en otras universidades su larga jornada y misión con los jóvenes. Ocurrió que le ofrecieron ser candidato a una diputación y lo malo fue que ganó. Ingresó entonces al mundo de la política siendo parte de la tribuna más importante de Coahuila, el Congreso del Estado. Me lo encontré siendo legislador y me comentó: "fíjate Martín que vivía en el error, como catedrático, te acuerdas que trabajaba hasta 14 horas… ahora voy a Saltillo nomás cada martes durante seis meses y gano tres veces más de lo que ganaba en la universidad". Ahora los comentarios y las frases de El Einstein -así le decían--, eran algunas como: "En la política no hay favores, hay intereses", aquí no hay coincidencias, hay malas intenciones y no hay amigos, pero sí muchos enemigos. Su comportamiento era otro, ahora se metía a La Majada, Enriques. Luego fue diputado federal y regresaba a su casa cada mes sólo para dar órdenes, de ahí que cuando llegaba su familia se salía. Un día murió su ser más querido y me dijo que traía un sentimiento muy duro, pues consideraba que no había pasado el tiempo deseado con esa persona. Me comentó que cuando iba a ser político, aquel familiar le dijo sin dudar, te vas a echar a perder y muchos de tus amigos van a perderte, la gente te va a ver con interés, te va a decir de todo y está en riesgo lo que a ti te da toda la estabilidad… descubrió El Einstein que contribuía más a su país dentro del aula de clase donde era realmente feliz.