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Enmarcado por un constante discurso en el que se presume la protección y respaldo con el que supuestamente cuentan ahora las mujeres; durante la semana que terminó un sujeto agredió a golpes a su joven pareja que tenía 16 semanas de embarazo, brutal ataque que le provocó el aborto. El individuo fue detenido, pero dejado en libertad de manera inmediata por la intervención de un funcionario influyente, según informaron medios locales. El caso ocurrió en Lerdo y muestra una vez más cómo la realidad rebasa y pulveriza el discurso. El sábado por la mañana escuchaba en un programa radiofónico a una funcionaria de Torreón que aseguraba sostener su compromiso con la mujer, porque ella primero se identificaba como ama de casa y porque según ella la mujer sigue siendo víctima de violencia, tanto física como psicológica y solamente en esta parte tiene razón. Es común escuchar y ver en televisión entrevistas que les hacen a las representantes de los institutos de las mujeres en todos los órganos de gobierno y el discurso es el mismo; aseguran en sus exposiciones que las mujeres no están solas, que cuentan con el respaldo de estos organismos y que lo único que tienen que hacer es pedir la ayuda cuando enfrenten un problema. Me acuerdo hace años cuando vino a Gómez Palacio la periodista Adela Micha en el surgimiento del denominado grupo Esmeralda, donde se sostenía que en cuestión de minutos el respaldo de la mujer se haría presente donde fuera requerido. El sábado leía también una información donde se citaba la palabra "El Violentómetro", que se refería a distintos niveles de agresividad contra la mujer y como siempre sucede para afrontar los problemas sociales, se forman mesas de trabajo, se citan a las damas víctimas de violencia, se les hacen reconocimientos por su esfuerzo porque muchas son madre y padre para sus hijos y se organizan hasta marchas donde funcionarias, regidoras y diputadas participan en franca solidaridad con la mujer... Liliana fue golpeada la semana pasada y al día siguiente del acontecimiento el caso se contaminó con confusiones y negativas de los representantes de la justicia para dejar en claro lo que había sucedido. Dos días después, este asunto de agresión a la mujer quedó sepultado como muchos. No atrajo la atención de los representantes sociales que promueven constantemente su preocupación por el bienestar de la familia, de la mujer. Nadie agarró la bandera. Es fácil y muy cómodo ponerse frente a un micrófono o una cámara de televisión y hablar del tema, ofrecer estadísticas y citar la cantidad de grupos que apoyan a la mujer. La impunidad sigue siendo uno de los principales problemas que provocan la violencia, pues el caso de Liliana no es más que un ejemplo de muchos que ocurren con frecuencia y que no son atendidos de manera efectiva por la autoridad. Violaciones, humillaciones y todo tipo de maltratos seguirán persiguiendo a la mujer, pues más que un discurso bonito y comprometedor, se requiere la aplicación de la Ley y la consciencia de la gente, sobre todo de quienes ocupan un cargo en el gobierno y creen que pueden proteger lo que no se debe.

Por Martín Chávez

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