Qué gacho se siente tener conocimiento de ese tipo de noticias en las que gente de buena voluntad, 'chambeadora', se decidió en algún momento a afrontar los retos de la vida y mejorar su condición social, pero lamentablemente el esfuerzo diario, en este caso, durante más de 43 años, la disciplina que marca la diferencia entre el querer y ser, y las intensas jornadas de hasta 16 horas de trabajo, son sepultadas porque en la ciudad en que vives no se ha logrado el nivel de seguridad y confianza anhelado, no se puede decir entonces que la gente no progresa por floja.
En la actualidad, es difícil entenderlo, pero es la verdad, parece broma, pero lo peor que le puede pasar a un negocio es que le vaya bien. Ayer "El Súper Don Balta" cerró sus puertas. La miscelánea funcionaba en el crucero de la calle 27 y avenida Matamoros y sus propietarios, víctimas de tres asaltos en menos de un mes, decidieron colocar una manta fuera de su negocio para agradecer la preferencia que durante todo ese tiempo les tuvieron, al tiempo que informaban que la falta de garantías y seguridad los orillaba a cerrar, pues temían un cuarto asalto en el que las consecuencias podrían ser fatales.
Posiblemente puede esperarse una respuesta por parte de nuestros representantes donde se asegure que el nivel de inseguridad es menor que en otros tiempos, pero lo cierto es que hoy, una familia ya no tendrá los ingresos de ayer porque su negocio ya está cerrado. Efectivamente se puede pensar que es imposible poner a un policía en las afueras de cada miscelánea, pero en este caso se aportaron datos claros de los presuntos responsables y no se logró nada. Y vamos más allá, si se les hubiera detenido, por cuánto tiempo permanecerían tras las rejas, cuántos no logran su libertad con suma facilidad y cuántos casos se han dado a conocer en que el delincuente apenas hacía un mes había sido detenido, pero inexplicablemente anda libre.
La dueña del negocio, hoy cerrado, tiene razón… no hay garantías para seguir trabajando porque aquí, ni remotamente se castiga al delincuente. Ayer, la propietaria estaba acompañada por una señora, una de sus clientes que también recordaba que ella, orillada por las mismas circunstancias, había cerrado su tienda; incluso recordó que también un señor que tenía su tiendita frente a La Sevillana, había sido asaltado y herido gravemente por un delincuente y también optó por cerrar.
Inocentemente se pregunta esa gente ¿qué acaso no pagamos impuestos a cambio de un servicio de seguridad social? Muchas otras interrogantes que se encuentran en el campo de la impotencia y lo inexplicable surgían ayer dentro de la miscelánea cerrada por la inseguridad, entre la gente que comentaba, lo que mucha gente comenta hoy en día y que se relaciona con el distanciamiento que existe entre lo que dice el gobernador y lo que realmente sucede en nuestra ciudad y nuestro estado. Es triste tener conocimiento que hoy una familia se queda sin el sostén económico que tuvo por 43 años y más triste aún, el constatar que hoy un reclamo social es una ofensa para nuestros representantes.
Por Martín Chávez
