Indefensión y desconfianza
La noche del pasado sábado, un habitante de uno de los nuevos módulos habitacionales que se encuentran por la carretera a Mieleras, fue objeto de una brutal agresión por parte de cuatro jóvenes, pandilleros del sector, que sin piedad y motivo alguno golpearon a puñetazos y puntapiés a un señor que fácil rebasaba los 60 años de edad.
En una vivienda de reducidas dimensiones, pues parece que ahí son casas del Infonavit, creo la colonia se llama Campo Nuevo Zaragoza, se celebraba un rosario y reunidas -amontonadas-, en la casa, se encontraban unas diez personas. Poco antes de las 23 horas se escucharon gritos en la esquina más cercana a ese hogar y al salir, un señor exhibía abundante sangrado del rostro. Al acercarnos para auxiliarlo, solamente alcancé a escuchar que él mismo se preguntaba "¿porqué hay gente así?".
Lo acercamos a una vivienda para que se lavara la cara, pues se negó a que se pidiera el apoyo de la Cruz Roja… 'estamos muy retirados, se va a tardar mucho', expresó y al iniciar su relato sobre lo ocurrido. Dijo que vendía mercancía en un triciclo que compró con esfuerzo, obvio por la condición humilde que exhibía, y que esa noche su esposa e hijos lo esperarían hasta las once pues se había comprometido a llevarlos a cenar taquitos dorados, sería una noche de fiesta para esa familia; sin embargo, al pasar por la esquina, le salieron al paso cuatro sujetos, jóvenes, que sin mediar palabra lo agredieron físicamente para despojarlo de su triciclo, sin embargo, el nivel de bestialidad mostrado por esos muchachos, iba más allá que la pretensión de un despojo, pues aseguró el ofendido que mientras uno se retiraba con su vehículo, los otros tres seguían pegándole salvajemente, con odio inexplicable; sin duda alguna, esta persona requirió de sutura, pues la herida provocada al lado de uno de los ojos era impresionante.
No se sabe qué pasó después, la agresión quedó en eso, una agresión brutal como muchas que se dan en colonias periféricas cada semana y que ahí quedan. Los habitantes del lugar dependen solamente de la seguridad que les ofrece la creación, pues en ningún momento se detectó la presencia policiaca.
El señor no presentaría denuncia alguna, no tiene caso, porque nadie le hará caso, si a gente con más recursos y palancas, a veces no le hacen caso, menos a esta persona, desconocida, de condición humilde que el sábado anterior perdió su principal herramienta de trabajo. No se sabe cuánta distancia había recorrido en su triciclo, lo que sí es que iba agotadísimo y que laboró largas y abundantes horas para ganarse algunos 200 pesos, a lo mucho, dinero que pasó a manos de malvivientes.
Exhibe este caso dos detalles que muestran a su vez que estamos en pañales en materia de seguridad. No hay vigilancia efectiva en colonias retiradas y aunque los vecinos del lugar, que presenciaron el brutal y ventajoso ataque, saben quiénes son los agresores, reconocen también que no tiene caso denunciarlos, pues ya se ha hecho y no pasa nada. De regreso a mi casa, se había instalado un operativo de alcoholímetro.
Por Martín Chávez
