La i Laguna

Nopal y frijoles

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650 lanas... Sabrá Dios qué estará pasando y hasta dónde vamos a llegar, pero lo que le ocurre a Javier sí es para ponerse a pensar… egresado de la carrera de Contabilidad en los ochentas, hoy acaba de rechazar una oferta laboral. Mi amigo Javier vive solo en la colonia La Fuente (de Torreón), hace años que no consigue un trabajo estable y a sus 50 años observa un panorama nada favorable. Un día, desesperado por su situación fue a vender un poco de su sangre para lograr algo de dinero, pero después de esperar hora y media en la fila, finalmente le tocó su turno, pero le dijeron que su sangre ya no tenía precio. Hace quince días se enteró que en la Ciudad Industrial de Torreón solicitaban un velador y acudió a pedir la oportunidad. El gerente le dijo que su horario sería de siete de la tarde a ocho de la mañana del día siguiente… Sin embargo, el viernes debía entrar a las siete y salir hasta el lunes a las ocho, pues sábado y domingo no hay actividad en ese negocio. El sueldo sería de 650 pesos por semana. Aun así, mi amigo Javier aceptó el empleo, aunque reconocía que el sangrado laboral sería cruel. ¡ Ah, no me acordaba !, a Javier se le ocurrió decirle a quien sería su nuevo patrón que consideraba que era muy poco la paga por tanto tiempo dedicado a esa labor y recibió como respuesta el primer regaño y un "si quieres", porque hay muchas personas dispuestas a aceptar el empleo, le aseguraron. Ni hablar, Javier aceptó. Ese día, cuando llegó a su casa detectó que le habían suspendido el suministro de energía eléctrica… le cortaron la luz y fue con uno de sus vecinos para pedir de favor que le pasaran corriente y aunque en un principio le dijeron que sí, pues para eso están los vecinos, al día siguiente Javier ya no pudo ver la televisión porque de la azotea le cortaron los cables, quien le hizo el favor reconsideró su pensamiento. A Javier, como a mucha gente que cae en la desgracia financiera, se le acabaron los amigos y hoy no lo visita nadie. Hace años Javier no atravesaba por una situación económicamente envidiable, pero tenía lo suficiente para vivir bien, sin pasar hambres y otras necesidades; entonces recibía cada fin de semana a los "amigos" y algunos parientes, pero hoy hasta los perros se pasan de largo porque saben que no hay nada en las bolsas con basura afuera de la casa de Javier. Por las tardes y noches, mi compa Javier se alimenta solamente de pensamientos tratando de que éstos sean positivos confiando en que mañana será mejor y muy temprano -siete de la mañana--, sale a caminar por todas partes buscando, como antes se podía encontrar, letreros en las afueras de los negocios donde se anunciaba que solicitaban trabajadores y cuando los sueldos no eran tan bajos como hoy, pero no ha tenido suerte. Esa noche cuando Javier regresó de la zona industrial de Torreón, Javier meditó mucho -a oscuras--, si aceptaba el trabajo o no, pues sólo llevaría aguacates y tortillas para cenar durante una semana mientras le daban su primer sueldo de 650 pesos y tomando en cuenta que el tirón desde el viernes a las siete de la tarde hasta el lunes a las ocho de la mañana sería muy largo, pero finalmente concluyó: "de eso y nada". El lunes se presentó a trabajar. Al llegar el gerente le dijo que había olvidado aclararle que de los 650 pesos le rebajarían el impuesto y sólo le quedarían como 570 pesos. Javier rechazó la propuesta laboral.

Por Martín Chávez

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