Esta semana hicimos el kick off del proyecto Laguna Yo Te Quiero Verde. Reunimos a los voluntarios permanentes con los consejeros de la asociación para determinar, en conjunto, el rumbo de nuestro proyecto de este año: Pintar de verde a la región.
En este punto del proyecto sabemos que el principal reto es convencer y generar, como lo hemos dicho en este espacio, el compromiso de largo plazo en quien se sume. Nuestros voluntarios agrupados en diferentes comisiones constituyen el torrente sanguíneo por donde fluyen no sólo las ideas, sino cientos de horas de trabajo profesional y especializado, amor y compromiso por cambiar la calidad de vida de los laguneros.
Hacia el exterior, hay quienes comparten la voz de que el gran logro de Laguna Yo Te Quiero en su primer año y proyecto fue la capacidad de movilizar a 40 mil ciudadanos en torno a un llamado de acción. Internamente, sabemos - y compartimos-, que el logro es otro: Haber generado una estructura de trabajo profesional y muy ejecutiva.
Supimos desde el inicio que el éxito de este proyecto radicaría en la capacidad de atraer y retener talentos comprometidos; así formamos primero el consejo y luego las comisiones con voluntarios. Todos- la mayoría jóvenes -, tenemos diversas actividades académicas, profesionales, empresariales o familiares; todos libramos una batalla permanente con el tiempo por encontrar algunos minutos "libres" para el ejercicio de nuestro voluntariado; sin embargo, en poco más de un año, hemos conformado una estructura de trabajo altamente ejecutivo, organizado y coordinado: Cada comisión tiene liderazgos identificados, tareas y tiempos asignados, redes de coordinación y métodos de medición. Los perfiles de cada voluntario están siendo aprovechados al máximo para asignarle tareas donde su talento sea lo más aprovechado posible; así, ingenieros, administradores, emprendedores, mercadólogos, abogados, constructores o estudiantes están dando lo mejor de si.
Hace un año atrajimos la metodología global de Let→ s do it en torno a cómo limpiar zonas urbanas entre miles de ciudadanos. Sabíamos que alguien más ya había trazado la ruta y que, al ser nuestra primera vez, tendríamos que dar con ella y seguirla. A partir de ahí, hemos generado la propia, acorde a nuestros talentos, capacidades, tiempos y recursos.
Compartimos esto no sólo como un logro (del cual estamos muy orgullosos por el trabajo que ha costado), sino como un aprendizaje que, de forma modesta, pueda sumar al entendimiento colectivo en torno a la supervivencia de los movimientos ciudadanos: la organización y ejecución en tiempos y formas eficientes. La capacidad de traducir ideologías y anhelos en tareas con tiempos asignados e indicadores de efectividad.
Deseamos que la experiencia de un año se refleje en la acción de nuestros voluntarios y la capacidad para atraer aún más talento que sume a nuestro anhelo.