PSIQUIÁTRICA MEXICANA
EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER
Tristemente y a pesar de las pertinaces y constante reformas educativas, adornadas con siglas agraciadas, novedosas y cambiantes de acuerdo a la moda que surge durante el inicio de cada sexenio, o aún detrás de las siempre redundantes y tajantes declaraciones oficiales de las autoridades en turno, la realidad es que el nivel académico de nuestras instituciones educativas pareciera moverse en el sentido contrario a las manecilla del reloj, con bajas notables en cuanto al contenido y a la calidad de los programas, cada vez más resumidos y concretos, al grado de fomentar la presencia de enormes desiertos, lagunas y espacios vacíos en la totalidad del conocimiento humano pero especialmente en la formación misma de los estudiantes.
Es verdad que nuestro sistema educativo ha cambiado en estos siglos, y paulatinamente se ha ido desprendiendo de aquellas arcaicas costumbres de memorizar y repetir una y otra vez números, frases, textos al ritmo en tantas ocasiones de golpes de regla o jalones de orejas, pero sin siquiera llevar a cabo el mínimo intento de internalizar y comprender el sentido de tales repeticiones autistas, flageladas en aquellos cerebros vírgenes y acompañadas igualmente de burlas o castigos denigrantes.
Era definitivamente una época todavía con rasgos medievales, en la que se creía firmemente que el aprendizaje debería entrar a base de azotes y escarmientos, en unos años en que todavía no se hablaba abiertamente de "bullying", por ser una palabra desconocida y fuera de moda, a pesar de su existencia cotidiana y bastante frecuente en las aulas como aún persiste en el presente por parte de tantos maestros y maestras educados en ese estilo, y obviamente por un buen porcentaje de los mismos compañeros.
Aparentemente, en nuestros días se ha intentado saltar tales barreras y métodos pedagógicos semejantes, pero desgraciadamente, me parece que tampoco hemos logrado arribar por completo a una etapa de la educación escolar en la que se dé un estilo de estimulación mucho más amplio y excitante, que facilite en los niños, los jóvenes y aún en los adultos universitarios la maduración de ciertas capacidades innatas en todos nosotros y que en ocasiones suelen mantenerse opacadas por los mismos sistemas educativos. Así sucede con esa curiosidad natural que poseemos los seres humanos desde la más temprana infancia, y que debiera estimularse hasta convertirla en esa aguda y necesaria capacidad de investigación y de exploración de todo lo que nos rodea, incluyéndonos a nosotros mismos. Idealmente, ello a su vez facilitaría primeramente el encuentro y el conocimiento con uno mismo como individuo, a la par que se permita desenvolver la interacción y la exploración con el ambiente en el que habitamos, así como con los demás seres humanos, como parte de un proceso de desarrollo mucho más completo, y una maduración que facilite la integración lo mismo de los aspectos físicos, como mentales, emocionales y espirituales pertenecientes a ese nuestro potencial humano.
Me parece que nos engañamos cuando creemos que la educación radica necesariamente en la acumulación de ideas y de conocimientos apilados sin sentido y a veces sin utilidad alguna, cuando realmente tendría que ser un proceso que estimule nuestras capacidades personales para utilizar tales ideas y conocimientos con objetivos más específicos, que nos sirvan precisamente para alcanzar ese desarrollo y maduración de nosotros mismos como individuos y como seres humanos.
En el presente, en este inicio de Siglo XXI, uno se podría preguntar entonces, ¿cuál viene a ser el principal objetivo u objetivos que se tienen contemplados como parte de nuestros sistemas educativos actuales tan cambiantes cada sexenio; y naturalmente, dentro de ellos, cuál será el modelo teórico de ser humano, específicamente de ser humano o de individuo mexicano que se está buscando diseñar y forjar para el presente? ¿Y siguiendo esa línea de pensamiento, también podríamos preguntarnos en qué forma se están invirtiendo nuestros impuestos para tales estilos de educación, independientemente de las mentes que los diseñan y de las siglas con las que terminan etiquetándolos? (Continuará).