Columnas Social columnas editoriales SOCIALES

NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

(VIGÉSIMA SEXTA PARTE)

Me imagino que de una u otra forma, aún hasta los mexicanos más despistados e indiferentes, estarían interesados en conocer la forma en que se invierten nuestros impuestos en esta novedosa y contemporánea área educativa representada por los medios de comunicación en México. Tibiamente y semiescondidos un tanto en la penumbra, a la sombra de los gigantescos monopolios mediáticos, sabemos que existen canales y emisiones oficiales, federales, estatales y hasta universitarias que intentan llenar con mayor o menor éxito esos enormes huecos educativos que padecemos en el presente, producto de la insuficiencia, fragilidad y desorganización de nuestras familias e instituciones académicas actuales, así como de la ineficiencia accidental o deliberada de los medios de comunicación, cuyos ambiciosos objetivos económicos y políticos nos empujan en otras direcciones muy opuestas de lo que éstas debieran ser. Es increíble que en el presente, desde el inicio de la vida, los niños aprenden a hablar, a caminar, a moverse, a bailar, a comer, a vestirse, a ir al baño, a jugar y naturalmente a relacionarse con su mami, con su papi, con sus hermanitos o con quienquiera que se encargue de cuidarlos y atenderlos, siguiendo los modelos, estilos y conductas que se plantean y marcan en la tele, ya sea en los comerciales, las caricaturas, los animé, los programas etiquetados "infantiles", las telenovelas, y hasta los noticieros, las series y las películas supuestamente para adultos, en las que de vez en cuando desde muy temprano en el día y en la edad, se cuelan ya ciertos mensajes, escenas, conductas y relaciones violentas, eróticas y hasta pornográficas no filtradas o categorizadas adecuadamente. Si eso sucede con la televisión etiquetada como apta para niños, sabemos entonces lo que sucede con las programaciones para adolescentes antes o después de los 18, y más libremente aún para todos los adultos, quienes supuestamente somos poseedores todavía de una mente y un criterio mucho más amplio para seleccionar, detectar, organizar, clasificar, analizar, enjuiciar y comprender mejor esa maraña y bombardeo incesante de imágenes, ideas, mensajes, modelos, fórmulas, conductas y hasta dictámenes, no necesariamente sugeridas ni siquiera aconsejadas o indicadas discretamente, sino ordenadas imperativamente en forma completamente abierta o subliminal e inyectadas casi intravenosamente en nuestros cerebros. Es así, al igual que acontece con los niños como se nos enseñan los modelos para saludar, hablar, opinar, pensar, comer, dormir, ejercitar, pasear, vestirnos, movernos, sentarnos, trabajar, socializar, seleccionar amistades, beber, escoger pareja, enamorarnos, cortejar, y aún hasta tener relaciones sexuales. Semejante diagrama educativo inclusive nos señala las marcas y el estilo de ropa, de alimentos y bebidas, de licores, nicotina y otras variedades de drogas, de autos, de muebles, de casas, de viajes, de amistades y grupos sociales o religiosos, o hasta de pareja de uno u otro género, dependiendo en el escalón social o la casta a la que se desee escalar y pertenecer, considerando el hecho de que tal división de castas forma parte igualmente de un esquema sociocultural avalado y señalado dentro de dicha educación televisiva.

¿Podríamos decir acaso que esta viene a ser entonces la manera en la que reformas más, reformas menos, se nos regresa así un alto porcentaje de los impuestos que pagamos anualmente? ¿Indirectamente, o tal vez en forma muy directa, se podría pensar que la inversión de nuestros impuestos en ese consorcio marital del Estado y los monopolios básicos de los medios de comunicación, se revierte hacia nosotros como ese extenso, folclórico y colorido pero endeble modelo educativo asociado que manipula y transforma nuestro ambiente sociocultural del siglo XXI, de acuerdo a profundos y hasta oscuros y desconocidos intereses políticos y económicos, para convertirnos pues en nuevos objetos de consumo, en nuevos prototipos y estereotipos de mexicanos, desde la infancia hasta la tercera edad o aún hasta la muerte? (Continuará).

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1039505

elsiglo.mx