ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER
(VIGÉSIMA OCTAVA PARTE)
¿Qué tipo de valores se necesitan estimular realmente en México en nuestros programas educativos, que estimulen una verdadera formación y estructuración no sólo académica, sino especialmente en lo que se refiere al desarrollo personal psicológico, a la vez que sociocultural de cada individuo, en relación consigo mismo, su familia, su entorno y la sociedad a la que pertenece? Me parece que además de la adquisición de conocimientos tan variados como los que tenemos a la mano hoy en grandes cantidades, y que forman parte de los extensos programas académicos que deben ser satisfechos a diferentes niveles escolares como parte de los requisitos oficiales de nuestro sistema público educativo, se tiene que pensar en esos otros valores que son fundamentales y que se deben adquirir idealmente dentro de la familia y de las escuelas, como núcleos básicos de formación, como ya se ha mencionado anteriormente.
Mientras que dicha adquisición de conocimientos tiende a llevarse a cabo grupalmente, con todos los estudiantes que representan un mismo nivel y categoría, ese otro tipo de valores debieran ser enfocados quizás en un estilo más individual y personalizado en cada uno de los estudiantes, a pesar de lo complejo y laborioso que resulta algo semejante. De una u otra forma, en mayor o en menor grado, todos aprendemos o al menos visualizamos de reojo tales valores desde el inicio de nuestras vidas, sea en la propia familia, o en nuestro entorno, puesto que existe un potencial nato en cada uno de nosotros para tal aprendizaje, aunque hacen falta los modelos y estímulos necesarios que nos indiquen idealmente el camino a seguir para conseguirlo. La curiosidad representa precisamente esa genuina capacidad innata que poseemos desde la más temprana infancia para observar, escuchar, explorar, palpar, preguntar, reconocer y utilizar el total de nuestros sentidos enfocados integralmente en lo que sería el proceso de investigación y reconocimiento de nuestro entorno en el sentido más amplio del concepto, es uno de esos valores que tiende a despreciarse en tantas ocasiones, sin ser reconocido ni valorado como debiera, como secundario a lo obtuso y rígido que pueden ser nuestros métodos educativos oficiales o tradicionales.
La excesiva tendencia a la teoría, suele invadir, limitar o nulificar lo que debiera ser un campo mucho más extenso de la práctica, lo que desgraciadamente acaba por coartar totalmente esa innata curiosidad y sentido de la investigación en niños y adolescentes. Igualmente, asociado a la curiosidad, se presenta la capacidad creativa de cada individuo que puede ramificarse y desarrollarse infinitamente en una gran variedad de caminos de todo tipo, sean artísticos, mecánicos, artesanales, matemáticos, físicos, biológicos, musicales, etc., y que en muchas ocasiones tienden a perderse en las aulas o en los hogares, al no ser reconocidos y valorados lo suficiente, o al ir en contra de las tendencias familiares o institucionales.
Creo firmemente que además de estos dos valores esenciales que debieran ser reconocidos y estimulados desde temprano en la vida, nuestro sistema educativo debería facilitar asimismo otros valores que son tan importantes para el desarrollo personal y para la convivencia humana, tales como el debate como una capacidad para reflexionar, para integrar y robustecer las ideas, creencias y valores, para luego expresarlas abiertamente, de manera que puedan ser consolidadas a la vez que defendidas y protegidas ante los desafíos de la vida, como una parte importante de lo que representa la auto protección, la defensa personal y la supervivencia, especialmente cuando residimos en una sociedad que tiende al silencio y a la pasividad mayoritariamente. Pareciera que esta capacidad de reflexión y de expresión, también innata se frustrara se castrara automáticamente en momentos como éstos, en que enfrentamos reformas y condicionamientos indiscretos, autoritarios y enloquecedores que no parecen muy lógicos, ni justos o ni siquiera apropiados a las circunstancias que vivimos en el presente, y que naturalmente siguen produciendo reacciones generalizadas de confusión y de ansiedad en la población (Continuará).