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Nuestra Salud mental

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

Desde hace muchos años, hemos oído frecuentemente ese slogan burocrático de que en México, se busca agilizar los trámites para facilitarlos y hacerlos cada vez más rápidos y accesibles para los contribuyentes y para el público en general; es decir para todos aquellos que necesitamos llevar a cabo toda clase de papeleo, diligencias y diversos movimientos oficiales, especialmente en lo que corresponde a cualquiera de los múltiples departamentos de nuestra amplia administración pública. Aunque en teoría y hasta en papel y publicidad, se llega a cumplir tal slogan, en la práctica, la realidad nos dice todo lo contrario, y caemos una y otra vez en filas y esperas interminables, que nos hacen perder el tiempo, el dinero y la energía, en una realidad que tiende a ser muy alejada de la teoría y sigue siendo una fantasía utópica, una especie de mito como los que se cuentan a la hora de ir a dormir. Nuestras instituciones oficiales como comentaba la semana pasada, presentan todavía esas abigarradas fachadas arquitectónicas y un espíritu que varía entre herreriano y barroco, colindante con lo churrigueresco, heredadas de nuestro floreciente período colonial español, en las que por un lado sobresalen la rigidez de sus perfiles, la estricta y austera demarcación de sus líneas, lo severo de sus columnas, la dureza de la piedra y los sombreados tonos grises, pero que contrastan asimismo con volutas graciosas, espesas guirnaldas, angelitos juguetones y exceso de dorados y ornamentación fantasiosa característicos del ingenio artístico de esa época. Al admirarlas, uno diría que se trata de la imagen terrenal de la verdad pura, de la austeridad, de la justicia, de la honestidad, de la transparencia, del orden y de la disciplina como valores clásicos de una sociedad democrática. Y sin embargo, cuando traspasamos el umbral y penetramos al edificio, nos damos cuenta que se trata simplemente de una bella y soberbia fachada, que abunda en su interior de agujeros, zanjas, remiendos y parches que saltan a la vista para decepcionarnos y cerciorarnos de lo artificial de las puestas en escena que tan comúnmente se llevan a cabo en su interior. Así, a pesar de los slogans triunfalistas y de toda la buena voluntad teórica administrativa, sus cimientos y su estructura general parecen desmoronarse y sufrir niveles importantes de desintegración y deterioro, como una especie de estructura que a pesar de las reformas, no ha sido posible reconstruir o remendar del todo, tornándose en casi un espejismo de lo que anunciaba su fachada. Los trámites oficiales en la mayoría de nuestras instituciones, no necesariamente se han agilizado, sino que tienden a volverse más complicados e intrincados, con mayores vueltas de tuerca, en las que tantos de nosotros podemos llegar a quedar aprisionados no sólo durante horas, sino días, semanas o meses de interminable cautiverio y papeleo burocrático, con ese gasto excesivo de tiempo, dinero y energía que podría ser mejor aprovechado en nuestros respectivos trabajos y actividades productivas. ¿Naturalmente, que después de tantos años de trámites y filas y papeleo que no se llega a agilizar del todo, uno se pregunta cuál es el trasfondo? Me parece que la respuesta está conectada precisamente con este fenómeno de la corrupción que parece ser nacional e ineludible, así como con la presencia de ciertos personajes fundamentales e indispensables, que ronda, vigilan e incluso laboran en esas instituciones, y se encargan verdaderamente de resolver hasta el más mínimo trámite o problema, con una agilidad increíble gracias a sus conexiones y a una buena gratificación económica que varía de acuerdo al tipo de situación de que se trate. Curiosamente, el término coyote con el que comúnmente se les designa, proviene del náhuatl "koyotl" que además de designar al animal que todos conocemos, se refiere asimismo a un forastero que engaña a la población local, generalmente descrito como un hombre blanco descendiente de extranjeros, o una persona que no pertenece a la misma raza y proviene de otras tierras. Gracias entonces al proceso entorpecedor y lento de trámites semejantes y a la presencia afortunada de los coyotes como una especie humana mexicana que sirve para agilizarlos, se alcanza a cerrar ese círculo vicioso de corrupción en nuestro sistema administrativo nacional, que de ninguna manera es fácil de erradicar (Continuará).

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