EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER
Cuando revisamos la mitología religiosa prehispánica, encontramos al igual que en muchas otras mitologías semejantes, una serie de mitos y leyendas relacionados con la capacidad que poseen los dioses para tomar la forma y convertirse lo mismo en seres humanos, que en cierto tipo de animales especiales, dentro de una perspectiva muy única y sagrada que formaba parte de esa cosmovisión entre mágica y religiosa. Dentro de ella, se planteaba la existencia de los nahuales, que eran seres que tenían atributos y poderes sobrenaturales, que les permitían precisamente cambiar de una dimensión a la otra, entre ese estado animal primario con el que eran capaces de disfrazar sus rasgos humanos y divinos, que igualmente podían mantener al mismo tiempo. Gracias a tales características, se dice entonces que los nahuales también reconocidos como una especie de chamanes, podían utilizar esos poderes especiales, lo mismo para beneficio y protección de las personas y de las comunidades a las que pertenecían, pero a la vez, también eran capaces de hacer lo opuesto y contradictoriamente, perjudicar a sus semejantes, en lo que se podría considerar como una cierta variedad de magia negra o de brujería, en esa lucha interminable entre el Bien y el Mal. Aunque en nuestros días, parecería que leyendas y mitos semejantes hubieran perdido su vigencia y credibilidad, la realidad es que siempre se mantienen en el ser humano restos de ese pensamiento mágico religioso arcaico, y todavía en muchas regiones de nuestro país tales creencias se mantienen firmemente. Inclusive, se asegura que los nahuales cobran vida y para bien o para mal, acechan y se aparecen en sus comunidades en variadas y diferentes identidades tales como coyotes, zorros, lobos, linces, águilas, tecolotes y otro tipo de animales que generalmente suelen beneficiar y tomar un rol protector para con la población, pero que asimismo son capaces de portar consecuencias nefastas para las comunidades.
¿Hasta qué grado entonces, podríamos adoptar y extrapolar tales mitos y leyendas que siguen formando parte de nuestra idiosincrasia y de ese nuestro inconsciente colectivo que Jung proclamaba, a nuestro mundo actual, profano y tecnológico, donde aparentemente no existe tiempo o espacio suficiente para ese estilo de pensamiento mágico y religioso? ¿Y será verdad que realmente hemos sido capaces de abandonar semejante herencia mágica y religiosa para desprendernos de esas nuestras raíces culturales que de algún modo nos anclan a un mundo prehispánico no tan demasiado lejano? Tal mundo mitológico, nos pone en contacto todavía con esa fauna interminable de seres increíbles que forman parte de su abigarrada cosmovisión, para desempeñar funciones específicas que los entrelazaban con los seres humanos y su cotidianeidad. ¿Será posible pues, que dentro de esos destellos mágicos y religiosos que acontecen diariamente en México, un país en el que todo puede suceder en cualquier forma y en cualquier momento, esta fauna mitológica de nuestros antepasados cobre vida nuevamente en forma de zorros, coyotes, lobos, y otras especies, encarnados así como nahuales que se adentran en el interior más profundo de nuestro sistema político y social para acomodarse de tal manera al tiempo, al espacio y a las circunstancias de nuestro presente mexicano México? ¿Y naturalmente, la pregunta obligada tiene que ver con las funciones y los objetivos de nuestros chamanes modernos en ese ilimitadamente amplio e incierto mundo burocrático nacional, embargado y enredado entre un cataclismo de reformas y contradicciones, en donde chocan la lógica y la irrealidad, y se contraponen las quimeras con las teorías fantasiosas al grado que se convierten en verdades o mentiras a medias, en píldoras doradas y dulcificadas o en cursis telenovelas cincuenteras de cara a un público que aparentemente empieza a razonar y las observa y saborea para aplaudirlas o abuchearlas con ese morbo característico pero respetuoso, producto de toneladas de frustración, enojo, decepción y hartazgo de ser infantilizado y señalado como estúpido, pero que adictamente las persigue en la pantalla, en el face, en el twitter y en la vida real, como a cualquiera de los otras series televisiva de moda? (Continuará).