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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC).

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

(TRIGÉSIMA QUINTA PARTE)

No cabe duda entonces, que aún en el presente, en pleno Siglo XXI, nos seguimos moviendo entre el Bien y el Mal en una semejante perspectiva de cosmovisión, todavía dentro de un universo que no parece haber cambiado mucho, que sigue siendo tan mágico como religioso, producto de esa nuestra herencia prehispánica y colonial, que surge explosivamente desde nuestras profundidades más oscuras hacia el exterior, para convertirse en la cotidianeidad del presente, del aquí y del ahora de nosotros como mexicanos. Así pues, no nos asombra ya, ni nos es para nada extraña la presencia tan clara y definida de tantos y tan variados ejemplares de nahuales que pululan en este amplio universo político y administrativo desde donde se dirige y se vigila al país a todos los niveles y extensivamente hacia todas las direcciones posibles, sea que le llamemos municipales, estatales o federales. Se trata de una fauna numerosa, increíblemente multifacética que ha nacido y se amamanta en su mismo seno, hasta desarrollarse y multiplicarse interminablemente bajo los auspicios de este sistema nacional, un sistema que la produce y la estimula desde el momento del parto como una especie de criadero en el que nacen y se reproducen especies tan diversas pero configuradas en sus imágenes humanas, disfrazadas de lobos, coyotes, zorros, águilas, serpientes, linces, tecolotes y tantos otros especímenes, con posiciones y funciones específicas que llegan a ser múltiples e intercambiables. Al igual que en el pasado, nuestros modernos nahuales tienden a usan esas habilidades sobrenaturales lo mismo para proteger y beneficiar a las comunidades, pero igualmente para funcionar en el sentido contrario. Es así como en tantas ocasiones desgraciadamente, las obras benéficas son ocultadas y rebasadas por aquellas otras que se caracterizan por defraudar, delinquir, saquear, dañar, robar, engañar, agredir, esquilmar y en una palabra, perjudicar a la población en general, sin importar los colores de los disfraces y las banderas que ondean y a las que supuestamente les deben lealtad y honestidad. Muy en el fondo pareciera que esta segunda estirpe de nahuales contemporáneos no desarrolla raíces ni compromisos de ninguna especie con nadie, ni con otras personas ni tampoco con grupos, excepto quizás consigo mismos; un vacío interior que nos ayuda a explicar sus profundas carencias emocionales y su terrible incapacidad para formar vínculos o para desarrollar sentimientos de lealtad y de pertenencia. Definitivamente, se trata de una especie mexicana muy sui géneris, y muy en boga en nuestros días, una especie que de ninguna manera podríamos identificar o considerar como una minoría extraña, sino todo lo contrario, más bien como una mayoría abrumadora que tiende a convertirse más y más en una especie popular que se desarrolla, avanza y se multiplica vertiginosamente hasta llenar las interminables filas de nuestro sistema administrativo para ocupar las muy frecuentemente privilegiadas y envidiables posiciones que les promete, a cambio de la magia y la prestidigitación que se dan con los esfuerzos mínimos y las buenas conexiones. Posiciones importantes en las que se mueven nuestros impuestos y los ingresos de la nación, y en las que se forman criterios trascendentales y se toman decisiones básicas que nos rigen como sociedad para movernos en direcciones no siempre claras, lógicas ni coherentes, que nos hacen recordar ese atavismo final de la piedra de los sacrificios.

¿Magia o religión, un poco de cada una, o un mucho de ambas? ¿Pociones y sortilegios, magia negra o magia blanca, qué es lo que nos proponen realmente en sus lecturas y discursos nuestros nahuales contemporáneos? ¿Qué personificación animal de cada uno de ellos nos convence o nos impacta de mejor manera; cuál disfraz es el más original, el más factible, el más creíble, el más natural, el más confiable, aquel que nos permita acercarnos sin temores y sin incertidumbre frente a un lobo, un coyote, un zorro, una águila, una serpiente o un tecolote? No cabe la menor duda de que en nuestros tiempos hablar de reformas nos confronta con nuestra herencia cultural y con esos conflictos mágicos y religiosos que se mezclan todavía en la fauna de nuestro particular zoológico mexicano, en lo que fácilmente podríamos llamar como nuestra locura nacional; reversible o irreversible? (Continuará).

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