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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

SEGUNDA PARTE

No cabe duda que la Reforma o mejor dicho, el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, es definitivamente una bellísima avenida que la recorre y engalana desde mediados del Siglo XIX. Iniciada por Maximiliano en 1864, durante el Segundo Imperio, bajo el nombre de Paseo de la Emperatriz para agradar a Carlota y acortar el camino desde el castillo de Chapultepec hasta Palacio Nacional, fue modelada siguiendo el estilo parisino de los muy famosos y elegantes Campos Elíseos. Sin embargo, tras la caída del Imperio y el fusilamiento de Maximiliano, la avenida cambió de nombre y se convirtió en el Paseo Degollado durante el gobierno del Presidente Juárez, para finalmente quedar rebautizada como Paseo de la Reforma en 1872 por un decreto del gobierno de Lerdo de Tejada que conmemoraba precisamente las leyes de Reforma, a pesar de que esta avenida aún no estaba terminada por completo en su trazo y arreglo. Al igual que sucede con tantos de los hechos históricos, me pareció interesante investigar y conocer la evolución en el trazado, construcción y embellecimiento de este paseo desde su inicio hasta el momento actual, no sólo porque marca precisamente uno de los primeros usos urbanos de la palabra Reforma en la historia del México independiente, sino también porque los cambios que ha venido sufriendo en su construcción y evolución, se pueden tomar como un modelo que sirva para conocer y demostrar los múltiples episodios y movimientos que se llevan a cabo en el proceso de la evolución y la reforma lo mismo de una calle o de un monumento, que de una persona, una familia, una sociedad o el gobierno y la administración de un país. De esta forma es como se puede aprender y conocer sobre el recorrido que siguió esta avenida desde su inicio, al ser bautizada con un título nobiliario para luego cambiar su denominación hasta llegar al presente ejemplificando las múltiples variaciones que se han dado en nuestra cultura. Se trata de un recorrido que implicó no sólo el cambio de nombre, sino igualmente toda una variedad de arreglos urbanísticos y arquitectónicos, ampliaciones, prolongaciones, reordenamientos, decoraciones y redecoraciones, al igual que una gran variedad de modificaciones que iban de acuerdo a las políticas, las modas, los criterios, o los caprichos de la influencia interior y exterior, así como a los estilos gubernamentales y presidenciales de cada uno de los diferentes períodos por los que ha atravesado nuestra historia, desde la amplitud del porfiriato, las crisis revolucionarias y todas las demás etapas posteriores ya dentro de los siglos XX Y XXI, hasta el momento que estamos viviendo, o mejor dicho el momento que viven los capitalinos actualmente. En nuestros días, ya no sólo sigue siendo un hermoso y embellecido paseo, que sirvió como una especie de atajo para que Maximiliano acudiera a Palacio Nacional para el arreglo de los asuntos oficiales y extraoficiales, de modo que alcanzara regresar a tiempo para suavizar los celos de su temperamental emperatriz, o igualmente para que la "aristocracia mexicana" ejercitara sus dones ecuestres; ahora, el Paseo de la Reforma permanece como una bellísima y reforestada avenida que en el presente se ha poblado de nuevas y ultramodernas torres y rascacielos de arquitectura desafiante, que han ido desbancando a las antiguas y señoriales casonas de estilo francés de la moda porfiriana. Pero además y en forma muy contrastante, se ha convertido asimismo en una estridente y vociferante plataforma pública capitalina y nacional, desde donde despegan todas aquellas quejas, reclamos, inconformidades y malestares que nacen y se conjugan en los múltiples y cada vez más dolorosos núcleos de nuestras diferentes clases sociales mexicanas que buscan ser vistas, escuchadas y atendidas, a los pies y bajo las alas de un gran ángel dorado, que pese a la siempre grave contaminación de la "región más transparente", sobrevuela esta avenida y sigue extendiendo sus alas como un símbolo de lo que quisiéramos creer que significaría realmente la justicia, la democracia y la independencia en México. Así pues, el paseo de la Reforma ha evolucionado radicalmente desde su inicio, para convertirse ahora en esa pista desbocada y enloquecida del tráfico capitalino que se atormenta y se empuja competitivamente para abrirse paso entre los vendedores callejeros, los hombres que tragan y escupen fuego, los agentes de tránsito y las manifestaciones revolucionarias de toda índole, en eso que significa vivir hombro con hombro con cada vez más millones de mexicanos en pie de lucha cotidiana en la búsqueda de su salud física, de su salud mental y un poquito de bienestar (continuará).

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