Columnas Social columnas editoriales SOCIALES

NUestra Salud Mental

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

TERCERA PARTE

Como mexicanos debería ser muy interesante seguir la evolución de la Reforma, no sólo como ese hermoso paseo capitalino al que me referí la semana pasada, (un tanto diferente de nuestra Diagonal Reforma, tal vez por ser diagonal) que ha sufrido tantos cambios a través de estos dos siglos de vida nacional, sino también cuando nos referimos a la Reforma dentro del marco legislativo y nos percatamos de la importancia que ha tenido en el desarrollo de nuestro país. Naturalmente, que inclusive podemos seguir a ese conjunto de leyes, independientemente de que tanto han logrado ser acatadas o respetadas, para compararlo además con todo ese largo recorrido heroico que éstas han sufrido a lo largo del tiempo hasta llegar al momento actual. Aparentemente, nuestra historia, como la de tantos otros países subdesarrollados, se ha caracterizado por esa gran marejada constante de movimientos en todos sentidos, como si se tratara de un impulsivo remolino de esfuerzo e inquietud, en el que sobresalen con gran intensidad los sentimientos de rivalidad y competencia como una especie de espasmo compulsivo congénito por "reformar" todo aquello que sea blanco de reformar, independientemente de si es o no necesario, y que se presenta casi epidémicamente con el arribo de cada sexenio presidencial. Al parecer, y al igual que ha sucedido con el paseo de la Reforma que ha sufrido periódicamente tal multitud de modificaciones no siempre congruentes ni estéticas, a base de ornamentaciones, reforestación, diseños y ampliaciones, de acuerdo a las modas y caprichos de cada período presidencial, y de acuerdo también al ambiente político, al humor, a las necesidades, a los criterios y naturalmente, a los estados anímicos de quienes llevaban las riendas, algo parecido tiende a suceder periódicamente con la administración general del país, lo que generalmente coincide a su vez con los últimos suspiros y quejidos de un sexenio, que funcionan como señales de introducción para el siguiente. A la llegada de dicho período, una cierta locura "natural" invade los diferentes círculos del país; los mexicanos sospechamos o escuchamos sobre los interminables ritos secretos de esa nuestra compleja y surrealista iniciación política, que tienen que ver con el mercadeo y el escamoteo de las plazas, el escabroso y delicado sorteo de los puestos de acuerdo a un sistema todavía nepotista y fraternal, regido por una variedad de compromisos, arreglos, compadrazgos, regalías, listas de espera y adeudos pendientes; aquello que en el paleolítico no muy lejano solía designarse como la asignación de "guesos" tras el clásico sistema del "dedazo", un término que por burdo y poco elegante se ha dejado de utilizar y se tiende a disfrazar con otros términos, cuando menos públicamente. Y una vez que se han definido las posiciones al menos temporalmente, que se han asentado los puestos y se han delineado las reglas del juego, que por lo general también suelen ser muy cambiantes y hasta poco profesionales, finalmente se da el banderazo al partido estrella, el partido del sexenio: esa especie de gran juego de pelota maya en el que se mezclan indistintamente todos los colores de los equipos porque al final del camino se llega a la conclusión de que todos son iguales y persiguen los mismos objetivos. Un partido en él que naturalmente es difícil determinar o predecir quiénes serán los vencedores y quiénes los perdedores, quiénes se llevarán el mérito y las preseas, o qué tantas cabezas rodarán y cuáles cuerpos serán depositados directamente en el altar de los sacrificios, para que su sangre descienda y al empapar los peldaños del Templo Mayor sirva para alimentar y apaciguar a los dioses, para mantenerlos felices, en busca de la luz, tratando de evitar así la oscuridad y el caos del universo en que existimos. Es obvio entonces que como observador del partido, uno tienda a preguntarse: ¿qué clase de impulsos y de fuerzas oscuras de tal intensidad surgen desaforadamente como resultado de semejantes rivalidades, de ritos tan ancestrales que se repiten en una competencia tan singular, presente consistentemente en cada uno de esos partidos sexenales, que afloran abruptamente para provocar todo tipo de cambios y acciones en pos de una "nueva reforma". ¿Qué representa una reforma más, independientemente de si se trata de cambios que son realmente necesarios, o de cambios que ni siquiera sabemos hasta qué punto hayan sido investigados y valorados cuidadosamente para saber si realmente van de acuerdo a nuestra cultura, a las necesidades de las diferentes clases sociales en que estamos divididos los mexicanos, y sobre todo, si siquiera se ha tomado en cuenta el impacto y la influencia que dichos cambios tendrán sobre nuestra salud mental en general?

(Continuará).

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 965657

elsiglo.mx