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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

Definitivamente, no es nada fácil comprender y asimilar el hecho de que tantas personas puedan vivir semejante estilo de vida tan incongruente, inconstante y aparentemente sin ninguna disciplina ni estructura que les dé coherencia o sentido, o que les proporcione objetivos que los guíen o que los contengan, lo que naturalmente pone a riesgo su salud mental, como se mencionó la semana pasada. Y sin embargo, la realidad es que hay muchos individuos, hombres y mujeres quienes transitan en estilos semejantes su existencia, y que no sólo mantienen y se acostumbran a tales cambios periódicos y continuos, a pesar de lo radical e impactante de éstos, sino que ellos mismos los necesitan y buscan ávidamente, e inclusive los provocan hasta encontrar un motivo de satisfacción y placer en tal forma de existencia. Quizás para algunos tenga que ver con la fogosidad de un temperamento ardiente, impulsivo y rabioso, impaciente y poco tolerante a las frustraciones de la vida, necesitados constantemente de altas dosis de adrenalina y de frenéticas emociones frecuentes que logran encontrar a través de múltiples experiencias tan diversas, que a su vez suelen empujarlos en tantas y tan contradictorias direcciones, pero que obviamente satisfacen esa necesidad de ritmos rápidos e intensos, de cambios radicales sin pausas y sin interrupciones, sin importar los destinos y las consecuencias finales. Tal vez para muchos otros individuos, semejante modelo de existencia a base de tales cambios periódicos y continuos, se encuentra relacionado con ciertas características narcisistas de un estilo de personalidad que contradictoriamente tiende a permanecer en constante admiración a la vez que envidia, rivalidad y competencia con los demás, sean de su mismo género o del contrario, a quienes intentan por todos los medios de imitar o desbancar a todo vapor durante los diferentes períodos de la vida por los que atraviesen, mientras ello signifique encabezar la procesión de la popularidad, mantenerse a la vanguardia y estar a la moda, verse "cool" y naturalmente dirigir y formar parte de aquellos grupos "in" que desfilan dentro de los aparadores y a lo largo de las pasarelas públicas. Sea que hablemos de un determinado estilo de personalidad como los mencionados anteriormente, o de cualquier otro estilo masculino o femenino que por causas diferentes y variadas también requiera y mantenga un modelo de vida semejante, la realidad es que se trata entonces de sujetos que de una u otra forma, o por razones y causas diferentes, existen y se mantienen en lo que podríamos considerar como un constante estado de "reforma", a través de las variadas "misceláneas" que ellos mismos se diseñan y se asignan para ejecutarlas, sea en una forma muy consciente y evidente, o por lo contrario, de un modo completamente ciego e inconsciente.

Democráticamente, uno podría opinar que cualquiera de estos individuos posee naturalmente toda la libertad y el derecho de manejar su existencia en el estilo o con la variedad de cambios y modalidades que le acomoden y le plazcan; y sí su gusto es vivir como un reguilete y girar continuamente una y otra vez, y cambiar radicalmente de plumas y colores en cada ocasión o en cada determinado período, porque así lo ha aprendido, así lo desea y así le satisface, será naturalmente una decisión muy personal a la que él o ella enfrentarán a la larga las consecuencias y tendrán que pagar los precios de tal estilo de vida, al igual que en una u otra forma, sucede también con cualquiera de nosotros, puesto que todos a la larga tendremos que enfrentar nuestro muy único y personal estilo de vida.

Pero surge entonces una interrogante importante que ya no necesariamente tiene que ver con la libertad de ejercer esos estilos de vida individuales, de rasgos tan íntimos y personales como los recién mencionados, sino que está relacionada con la vida y la existencia de amplios grupos humanos de muy diversas categorías en las escalas sociales y que representan en general, lo que consideramos una sociedad o una nación entera, como sería México por ejemplo, nuestro país, cuando grupos de individuos con estilos de vida tan contradictorios como los mencionados arriba, tratan de experimentar, implementar y difundir grupalmente en masa, un estilo de vida tan radicalmente cambiante, inestable, caprichoso e incongruente durante esos períodos administrativos y políticos de cada cuatro o seis años (Continuará).

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