ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER
(NOVENA PARTE)
Definitivamente, es maravilloso darnos cuenta de la capacidad que tenemos los seres humanos para enfrentar a lo largo de nuestra existencia toda clase de cambios, ya sean adversos o benéficos, lo mismo cuando que se efectúan dentro de nosotros mismos o cuando acontecen a nuestro alrededor, y la forma como éstos contribuyen a nuestro desarrollo personal o igualmente a nuestra destrucción y desaparición; así pensaba Darwin que se llevaba a cabo el proceso de evolución y de selección de las especies, incluyendo la humana, fuera para sobrevivir o para desaparecer. Así pues, no cabe la menor duda de que todos entonces tenemos que estar preparados a lo largo de nuestra existencia para enfrentar una enorme e interminable variedad de cambios que lo mismo pueden suceder paulatinamente y bajo planeación, que acontecer inesperadamente en determinados momentos específicos, sin señales o avisos que nos alerten o preparen para ello. Tales cambios en uno u otro sentido, ponen a prueba precisamente tanto el uso de nuestras defensas biológicas como el de las psicológicas, como una especie de prueba o de reto que se nos presenta, y al enfrentarlo, nos hará conscientes en primer lugar de las fuerzas y las habilidades que poseemos para luchar y sobrevivir, o igualmente de nuestra vulnerabilidad marcada por aquellas debilidades que debemos conocer y superar. El poder concientizar esto y encontrar un cierto balance entre nuestras fuerzas y habilidades por un lado y nuestros defectos y debilidades por el otro, nos ayuda naturalmente a despertar y nos sirve como estímulo para ponernos en marcha tanto física como psicológicamente para idear y planear estrategias y soluciones, que idealmente pondremos en acción, como un paso importante en ese proceso para enfrentar y responder a tales retos y buscar consecuentemente un cierto y nuevo equilibrio para nuestras vidas. Sin duda alguna, este primer trimestre del 2014, como mencionaba en mi columna de la semana pasada, parece convertirse precisamente en esa especie de prueba o desafío que estamos intentado enfrentar los mexicanos en general, pero más específicamente los laguneros, cuando tenemos que sufrir paralelamente esos intempestivos cambios climatológicos regionales, las heridas todavía abiertas y las demás secuelas aún presentes de las olas de inseguridad y violencia de los últimos años, las nuevas y cada vez más complicadas y poco transparentes reformas administrativas, especialmente las tributarias y para todavía reforzar aún más semejante reto, todo el paquete llega acompañado nuevamente de ese cambio anual de horario que se puso en marcha el pasado fin de semana y que por decreto se sigue llevando a cabo puntualmente y en un estilo nada vigorizante en los últimos años.
No cabe la menor duda, de que estos cambios ponen a prueba nuestra salud física y nuestra salud mental, nuestras fuerzas y habilidades, tanto como nuestras debilidades que nos colocan en una situación cada vez más desventajosa y vulnerable, al concientizarnos además y vivir en carne propia esa intensa presión física y psicológica que semejantes cambios alcanzan sobre todos nosotros. Pero además, y especialmente, nos damos cuenta en el aquí y el ahora de cuáles están siendo ya los resultados, en cuanto a la confusión, el cansancio y desasosiego, la incertidumbre, la inconformidad, la frustración y la resistencia, pero también tendremos que pensar en las posibles consecuencias a mediano y largo plazo, conforme presiones como éstas se sigan incrementando periódicamente en formas intempestivas, incongruentes, improvisadas y poco transparentes en cuanto a la dirección y los objetivos realmente lógicos que se desean alcanzar. Uno se pregunta entonces sobre nuestra capacidad para enfrentar tales retos, sobre el estado actual de nuestras defensas y fuerzas, o sobre nuestra vulnerabilidad y las debilidades subyacentes (Continuará).