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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

EL INDISCRETO ARTE DE REFORMAR Y ENLOQUECER

Nos hemos dado cuenta, que las reformas y las disposiciones oficiales decretadas anualmente, se tornan cada vez más rígidas. Abigarradas y estrechas, con una perspectiva no necesariamente lógica y mucho menos práctica, al grado de ser tan pecaminosamente complejas que es casi imposible llevarlas a cabo, sobre todo bajo las condiciones todavía primitivas que prevalecen en nuestro medio y en nuestras administraciones, caracterizadas por tener apetito y ojos más grandes que la boca y las manos. Se trata de disposiciones caracterizadas además por una doble moral rigurosa y cada vez más severa por un lado, que tal vez se podría comprender y justificar como una forma más funcional y necesaria para aumentar los ingresos ya sean municipales, estatales o federales, a la vez que para evitar las fugas, la economía subterránea y las evasiones de todo tipo, incluyendo la morosidad de quienes no trabajan o la de aquéllos que sí trabajan, pero se niegan a pagar su parte. Idealmente y en la teoría, me parece un magnífico experimento e intento de educación cívica para todos los mexicanos, así como un método para ingresar los recursos requeridos para obtener un mejor desarrollo de todos nosotros, ya sea como comunidad, como ciudad, como región, como estado o como país en su totalidad. Sin embargo y desgraciadamente, como sucede en todos los casos, existe ese otro lado de esta rígida doble moral, ese lado oscuro que se mueve elásticamente en un sentido opuesto y permisivo hasta tornarse verdaderamente oscuro, retorcido, deshonesto, complaciente, sumamente parcial y hasta corrupto, delictivo e impune, como estamos habituados a observarlo y vivirlo desde hace tantos sexenios. Es ahí cuando enfrentamos el hecho de que tales disposiciones tienen una doble cara que de ninguna manera representa un proceso imparcial y ecuánime, que sea justo, parejo y neutral para todos, como se publica, sino que se trata realmente de un truco político publicitario de mercadotecnia que nos sigue proclamando como una sociedad utópica e idealizada, con nuevos estilos de gobernar, completamente homogénea, democrática, transparente, honesta, honorable, incorruptible, y equitativa: pero que realmente lo descubrimos como un mito romántico y telenovelesco o como un espejismo brumoso que todavía estamos muy lejos de alcanzar.

Dicen que las verdades se demuestran con los ejemplos, aunque desgraciadamente ese tipo de ejemplos no funcionan ni han funcionado a través de los años como una mayoría aplastante en las administraciones públicas mexicanas. Todo lo contrario, el tipo de modelos gubernamentales que solemos enfrentar en las diferentes áreas administrativas municipales, estatales o federales, nos muestran una tendencia irreversible hacia el derroche de los recursos, la mayoría de las ocasiones con un carácter oscuro e injustificado, que desaparecen durante los diferentes períodos de trabajo y que a la larga pasan desapercibidos o suelen olvidarse, sin que en ningún momento se llegue a una verdadera o minuciosa investigación que revele su paradero; e inclusive en aquellos casos en que curiosamente son las presiones externas o hasta las extranjeras las que obligan a llevar a cabo algún conato de investigación, los resultados se tornan interminables y eternos, inicialmente como noticias de ocho columnas para luego prolongarse hasta llegar al grado de esfumarse y desaparecer en esos clásicos procesos burocráticos somnolientos y aburridores que tienden a caracterizar a tantas de nuestras instituciones públicas, en las que jamás se llegan a conclusiones definitivas (Continuará).

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