Alberto está muerto y no puede disimularlo. Su estado de descomposición es cada vez más notable; ni el maquillaje ni el perfume logran esconder su condición. Renuncia a su trabajo para desaparecer en los confines de su muerte, pero no sin antes formar una inusual amistad con Luly, la gerente del gimnasio 24 Horas donde es guardia nocturno.
Esta es la trama de la película Halley, protagonizada por Alberto Trujillo, Lourdes Trueba y Hugo Albores.
La cinta narra la historia de Alberto, un muerto viviente con fuerza de voluntad aún consciente de lo que está viviendo, "un monstruo contemporáneo, un Frankenstein o Drácula que surge de la soledad de la inmortalidad y que pasa por diversas situaciones aterradoras, horribles y angustiantes durante su búsqueda por detener su condición y poder esconderla ante el mundo", detalló el director Sebastián Hofmann.
La cinta fue grabada en México y Groenlandia, que tiene una duración de 90 minutos y no es una pelÍcula fácil, sino todo lo contrario es fuerte y gráfica, ya que aborda diversos temas impresionantes, entre los que destacan las enfermedades y la relación de un hombre con su cuerpo, los cuales son tratados con un horror psicológico ya que se observa de forma impactante un cuerpo enfermo que se está despedazando.
A pesar de que la cinta aborda la temática de los muertos vivientes, no debe de verse como una película de género "creo que no hay otra película como esta en México y eso no quiere decir que queremos ser innovadores u originales, simplemente creo que es algo diferente, no cine de arte o comercial, simplemente es una película difícil que te confronta", comentó su director en 2013, año en que se estrenó el filme.
La película se exhibió ese año en el Festival Internacional de Cine de Sundance debido la buena crítica que recibió.
Se trata de cine no convencional que expande las fronteras de la narrativa cinematográfica y que innova en el lenguaje.
La cinta fue una coproducción de Piano, Mantarraya Producciones e Imcine-Conaculta y contó con el apoyo del Fondo Foprocine de post-producción.
Sus realizadores siempre han destacado que es una cinta que refleja un sueño hecho realidad, por lo que debe verse como resultado de un proceso de mucho amor y de trabajo en equipo que quedó muy bien.
Pero es el público el que tiene siempre la última palabra.
⇒ Halley, de Sebastián Hofmann.
⇒ México, 2013
