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Nuestros bosques y sus servicios ambientales: la captura de carbono

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

En varias ocasiones hemos platicado en esta columna sobre los beneficios que recibimos de los ecosistemas tanto marítimos como terrestres. Dichos beneficios se conocen como servicios ambientales, los cuales satisfacen de manera directa o indirecta, las necesidades humanas. Un ejemplo importante de estos ecosistemas son los bosques, los cuales producen una gran cantidad de bienes como la madera, resina, fibras, plantas comestibles y medicinales, entre otras provisiones. Y servicios ambientales como: el mantenimiento de la calidad del aire y del agua, formación de suelo y mantenimiento de su fertilidad, regulación de los procesos hidrológicos, control de inundaciones y de pérdida de suelo, estabilización del clima, captura de carbono y soporte de actividades culturales y recreativas.

Todos muy importantes, pero hoy quiero referirme a la capacidad que tienen los bosques para capturar el carbono que se desprende en forma de dióxido de carbono, de prácticamente todas las actividades que realizamos, en particular de aquellas que consumen elevadas cantidades de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. Un breve repaso a estas emisiones es como sigue: a nivel mundial están aumentando cada año, en 2007 las emisiones de dióxido de carbono eran 2,0 veces mayores que en 1971. Entre 1990 fueron emitidas 20.878 Gigatoneladas por año de dióxido de carbono y en 2005,aproximadamente 26.402, o sea un aumento del 1,7% por año durante este período (una Gigatonelada equivale a mil millones de toneladas). Para entender por qué estos números, baste decir que un litro de gasolina que se usa en los coches, genera aproximadamente 2.3 kilogramos de dióxido de carbono, y como es evidente, el consumo de este combustible y de sus similares va in crescendo.

Este consumo, ha provocado que el dióxido de carbono que existe de manera natural en el aire, aumente y se acumule peligrosamente en la atmósfera, impidiendo que las radiaciones solares que llegan y chocan con el planeta, regresen y se dirijan fuera de nuestra atmósfera. Esto ha tenido un efecto en la temperatura del planeta calentándola y trastornando el ciclo del agua, comportándose erráticamente, causando inundaciones en algunas partes del planeta, como en este preciso momento ocurren en Bolivia, o sequías severas como las que ya hemos padecido.

En este contexto, qué rol están jugando actualmente nuestros bosques y selvas. Para formarnos una idea de la capacidad de los árboles para almacenar carbono, mencionaremos algunos datos de árboles conocidos por nosotros, por ejemplo el pino piñonero que se encuentra en las pequeñas porciones boscosas de Coahuila, incluido desde luego Jimulco, cuando un árbol tiene de 30 a 40 años de edad y mide 11 metros de estatura, logra capturar 27.18 kilogramos de dióxido de carbono por año; un árbol de encino de 30 a 40 años de edad con 5.5 metros de estatura captura aproximadamente 5.040 kilogramos de dióxido de carbono. Obviamente estos datos pueden variar dependiendo de muchos factores como el caso de la humedad, el número de árboles, pero sobre todo por el estado de conservación de los bosques. Este es un factor que cobra una especial relevancia, ya que como todos sabemos, porque es vox populi, los bosques y selvas se encuentran fuertemente presionados, tanto por la deforestación ocasionada por el cambio de uso del suelo, como por el uso insustentable de los mismos.

Se mina y se debilita la capacidad de los ecosistemas boscosos para capturar los gases de efecto de invernadero, convirtiéndolos incluso en generadores de carbono y cambiando su rol ecológico en un ambiente cada vez más demandante de servicios ambientales. Los bosques ya no podrán realizar su actividad de remediación que tendía al equilibrio, ahora, estarán destinados únicamente a mitigar las emisiones, sin llegar a detener el problema.

Es inevitable como siempre, poner énfasis en la necesidad de aplicar tecnologías de conservación de la biodiversidad, en este caso de los bosques y selvas, para reforzar los trabajos de mitigación que deberán hacerse en otras áreas. Igualmente, es importante poner en perspectiva el lado económico y social del problema, que tienen mucho trabajo en el importante desafío de la remediación de los excesos de un consumismo creciente y boyante, por lo menos ocurre en los países desarrollados.

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