Diseños de Juan Vidal.
La nueva y la vieja guardia del diseño español
han luchado en un combate a seis asaltos en la
pasarela de Madrid. Los nóveles se han aventurado por caminos desconocidos en busca de tejidos y patrones, mientras que los veteranos han
afianzado sus señas de identidad.
En su cuarta visita a la pasarela madrileña,
Juan Vidal, ganador de las dos últimas ediciones del premio L’Oreal, ha salido al ring de los
nóveles con estampado de fresa y príncipe de
Gales, con los que ha levantado una colección
joven, urbana. “Son prendas impregnadas en un
espíritu musical, con apuntes roqueros, que rozan el glam”, ha explicado.
El estampado de esta fruta se ha visto en diferentes versiones, sobre seda, gazar o popelín,
texturas que orquestan piezas de día y noche
con destino a Milán. “Por primera vez tengo un
‘showroom’ en la ciudad italiana”, ha anunciado.
Vidal deja a un lado las siluetas hiperfemeninas y propone piezas que “masculinizan la figura, sin transformarla en andrógina”, propuestas que han arrancado con una gabardina y pantalones de sastrería inglesa decoradas con maxicremalleras de níquel en bolsillos.
Los nóveles Rabaneda y Ulises Mérida han
inaugurado el cuadrilátero la cuarta jornada de
la Mercedes-Benz FashionWeek. Si Mérida ha
ofrecido una sinfonía de vestidos largos de gran
belleza, Rabaneda ha reversionado al delantal,
una humilde prenda a la que ha dado la vuelta
hasta crear piezas dobles.
En el apartado de los veteranos, Juan Duyos
se ha subido a la pasarela para celebrar sus 15
años en la moda con un desfile, que no ha sido
un desfile, sino una puesta en escena que el Ballet Nacional de España coreografía bajo la di-
rección de Antonio Najarro.
Un baile que le ha servido para mostrar una
colección de vaporosos vestidos, en los que se
han visto sus clásicos drapeados, pliegues y cortes. “He adaptado todos los vestidos para que
las bailarinas estén cómodas y puedan bailar”,
argumenta.
Tenaz y luchadora, Amaya Arzuaga ha cogido el testigo de los decanos con una colección
que recrea el relajante vaivén de las olas. El neopreno, el ‘crêp’ de seda y la seda de papel se imponen en pantalones anchos, faldas y vestidos
con volumen de campana, teñidas en tonos
blancos, azul agua y coral.
También veterano, el esperado Miguel Palacio, en solitario tras romper su colaboración con
“Hoss Intropia”, ha defendido una colección tricolor, con faldas de capa y tubo, así como pantalones muy anchos en algodón pesado y otro
modelo pijama, que se codeaba con blusas cuello chimenea y sus típicas camisas lazada.
El último creador en enfundarse los guantes
y salir a defender su propuesta ha sido David
Delfín, uno de los más veteranos, pero todavía
considerado “enfant terrible” de la pasarela, que
ha virado su imaginario hacia los dibujos geométricos de la escuela Bauhaus.
“La parada de los Monstruos” -tal y como se
denomina esta colección- es distinta, aunque está vertebrada en torno al ‘adn’ “Davidelfín”, con
juegos de prendas sobre prenda.
En esta ocasión, ha superpuesto una camiseta de tirantes sobre una camisa blanca y una
vestido camisero, en blanco níveo. Como novedades, sisas amplias y cuellos desbocados que
se disparan hacia atrás, en una ejercicio de desdoblamiento del patronaje clásico.
“El concepto de lo efímero me ha rondado
la cabeza durante el proceso de creación de la
colección”, cuenta el diseñador malagueño, que
sin tener en cuenta su durabilidad, ha confeccionado un vestido de papel vinilo, que emula
el espumillón, en tono verde hierba.